"Poesía emergente" es un espacio que tiene como propósito dar visibilidad a poetas de nuestro país —independientemente de su edad: jóvenes, adultos y adultos mayores— que, si bien desarrollan su trabajo por fuera de los circuitos editoriales principales, honran el oficio de la escritura con una valiosa obra poética que merece ser difundida y compartida.
Algunos de estos autores y autoras, distinguidos con premios en sus localidades, han publicado sus obras mediante ediciones independientes, en blogs de poesía y participan de talleres literarios, bibliotecas populares, etc.
Son muchas las palabras que deambulan por los márgenes del mercado editorial, y son estas palabras las que la BCN desea difundir siguiendo su política de inclusión, de carácter federal y democrático. Cuando estas palabras las escuchamos en la voz del propio autor o autora, con la cadencia genuina de su lugar, las imágenes poéticas se enriquecen.
El espacio es el producto del recorrido de la Biblioteca Federal del Bibliomóvil que en cada localidad y provincia que visita, reúne las obras de autores y poetas que se acercan personalmente a donar sus publicaciones y compartir la experiencia dentro de la vida cultural y literaria de sus localidades.
Finalmente, la selección de los textos que poblarán el espacio está a cargo del propio equipo que gestiona la Biblioteca Federal del Bibliomóvil, integrado por poetas, bibliotecarios y mediadores de lectura.
A continuación presentamos algunos de los poemas narrados por los propios autores y autoras.
Mecerse en el lecho del mar
Recorrer el tiempo del amante metros hacia abajo
Dejar los brazos a barlovento
Dejarse partir sobre la sinuosidad de la nube agua
Morir
Quizás unos leves minutos mientras respiran los ojos
Mientras el caracol me envuelve o un alga marina me empaña el cuerpo
Mientras me mece un barco hundido de madera pestañeada
Y alcanzo las pepitas de oro del suelo
Un pez duerme en vigilia
Un cangrejo me espeja
Un prodigio de ave remonta la superficie
Un punto acecha los ojos vacíos
ojos / hojas
hojas muertas
ojos huecos
sin principio
sin final
de madera los ojos
negro y gris
sobre la sombra del hombre
que busca
la raíz del pájaro que busca
el cielo eclipsado de lunas cenicientas
una muerte detrás de la máscara
un punto
una muerte
para que nazca
el azul
azul, azul y azul
infinitas muertes
para mil aves Fénix
para un todo azul.
La noche
simulacro de oscuridad
de venas congeladas
desarmonías armónicas.
A veces la veo con ojos ciegos
turbios de humedad incontenible
A veces no.
Oscuridad de manos que
a tientas emergen de silencios
bucólicos versos
palabras sin sonido
canciones de cuna
truncadas de sueños.
A veces no.
Muertes en colores que vuelan risueñas
en calles de encuentros
manos tendidas que acogen cariños.
A veces no.
La noche se esconde
en mil escondrijos
arañas que tejen
suspiros
ronquidos
un llanto
una risa
Me escondo en mi cama
escapo de aquellos que mueren de frío
A veces sí.
La mecedora
apolillada por la espera
no tiene arreglo.
Apenas mueve la brisa
inmóvil del nunca más.
La acuarela celeste de tus ojos
traspasó los límites del tiempo
Fugaz eternidad de los recuerdos
que se cristalizan
como metáforas
para no desaparecer.
¿Te fuiste?
No.
Te fueron.
si te digo que los ojos son ventanas
¿los anteojos son cortinas?
una hoja de ventana pelea con la tormenta en la noche de sudestada sobre Buenos Aires
cobijada en la cama
ella lee a Bajtin
su entorno hostil la abandonó en la lluvia interminable del miércoles
una taza de té sobre la mesita
adornada de tierra
se duerme
en espera humana
desenchufándose
ni los gatos ni los perros se atreven a salir una noche así
solo silencio de lluvia y viento
en la página ciento ochenta y siete
muevo los dedos en el aire
imagino los hilos triangulándose
siguen las formas que le dan mis manos
veo cómo te los presento
para que lo entrelaces en tus dedos
creando una nueva figura
me pierdo en tus ojos verdes
me sumerjo en ese remanso
se me olvida recibir tu juego
y cuando quiero tomarlo
se desvanece en el aire.
Abu, ¿qué estabas haciendo cuándo te enteraste de la muerte de Diego?
Estaba buscando el barbijo cuando lo escuché en la radio.
¿El barbijo?
Sí, porque ése fue el año de la peste.
Ah, cierto…. ¿Cómo se llamaba?
Diego Armando Maradona. Le decían Pelusa y había nacido en Fiorito.
Eso ya lo sé, abu; el virus te pregunto…
Ah, no, de eso no me acuerdo.
Racimos de bolsas negras
asoman de los canastos.
Hoy es domingo de abundancia:
Hay huesos con recuerdo a carne,
yogures casi sin uso
y remeras con el corazón roto.
Todo suma, amigo:
Empanadas mutiladas,
ilusiones cortadas a cuchillo,
promesas que quedaron chicas.
Gracias doñita, dios la bendiga.
Amoxidales vencidos,
un homero simpson sin brazos,
restos tibios de placeres ajenos.
Las copas del cantri
derraman su excedente.
Por fin el mercado libre
se acuerda de nosotros:
Un huevito kínder derretido
y un buzo de la sagrada familia,
apenas manchado de sangre.
Canto
para mi misma
los ojos cerrados
bajo el sol
y envuelta
en el perfume
de los azahares
no sé qué hora es
y no sé quién
barrerá las hojas
ni siquiera
conozco mi nombre
aquí entre la hierba.
es una casa con globos
donde habitan todos mis deseos inconclusos,
entre el moho,
la mugre,
el silencio del polvo en las paredes.
es un fragmento de una película rota,
el beso que nunca dimos,
las lágrimas ya secas en la funda de mi almohada.
son los pasos que voy dando junto a mi sombra,
el peso muerto de las piedras que no le entrego al río.
fue tu voz destrozando
cada
partícula
mía.
es un intento fallido de ser yo quien escribe,
quien respira,
quien camina.
Todas las hojas del verano
disueltas en esta casa de hojas leves, taciturna,
con zaguanes donde la luz cae líquida por las paredes.
Las palabras, en desuso,
se arremolinan detrás de las puertas sigilosas.
Algunas siestas tienen algo
de la calma que antecede a las tormentas:
una espesa ventolera abre las puertas de par en par
y ordena las palabras indecisas
Y así,
rendido ante la inmunda
hermosura de tu letra
iré siempre siendo
palabra muerta,
recóndita, invisible,
solo un grito yerto,
una mueca infeliz,
un salmo paria
Hablo de tiempo,
de vano recorrido,
de injusta patria
Y sumo y resumo todo verso,
toda sumisa metáfora,
toda tosca construcción grotesca,
todo sol que aluna
Me rindo de rendires huecos,
de insulsa oración finita;
me guardo la canción,
la fiel patraña, el brusco intento,
la rota poesía que inscribe
el iluso sonar de mi palabra
El llanto es la palabra del corazón.
Solo nos queda recoger la flor
que hay para nosotros
en este mar de espanto.
Es que ella no busca la fácil ojeada,
la cómplice mueca,
la rara pasión de ser entendida:
mi palabra corroe el margen,
imagina cadáver, letra, bomba,
panes, paz, rotura
y luego flor
Presa en un coto de caza
tantos cazadores merodeando
sedientos
¿cuál sería su ventaja en este juego obligado
del gato y la ratoncita?
La playa, gran piscina turquesa,
arena blanca como la cal
un muro de coral la contiene
transparente y quieta.
El horizonte, gelatina del cielo
que al derretirse
impregna la arena seca.
Este traje de baño diminuto no cuadra
con el invierno en el Caribe.
Desnuda a los ojos
que la asedian, se calza las antiparras
y aletas.
Se sumerge, una baba fresca
devela todos los tesoros.
Se hace nítido
lo profundo
un cardumen de peces
una bola de espinas
una estrella estampada
en el fondo del mar.
Este amor me tiene atormentada
atornillada a una idea tornasol y torcida
y aunque me contorsione amándote
y pensando en tu contorno en tu trazo aterciopelado y tremendo
no hallo consuelo ni corte de mambo
torpe he sido, torpísima, al haberme atorado comiéndote cruda en carne viva
tramo en entre sueños tratando de atravesar la trampa
trato de no seguir tropezando más con el mismo trapo tibio con el mismo vestido
trabajo en otras atrincheradas tretas
pero el tormento no transcurre tranquilo
viene sin tregua a tragarme hasta las tripas
tirana tormenta,
tacaña y atrevida
el tiempo es trunco en este trompo
te lo pido,
no quiero más tratos, ni filtros
no quiero más trucos, ni tristes ternuras
quiero que me tires a la basura.
Será por eso
este resplandor en mi jardín?
Un sueño luminiscente que detiene
su polvo estrellado
en las noches de novilunio?
Ya huelo los perfumes que irradian
esos cuerpos verduzcos tejiendo en la tierra.
Sé de los elementos intrínsecos
arribando por sus túneles oscuros
hasta la apariencia inmóvil de la brisa…
Pero será por eso
esta luna ausente en mi jardín
algunas noches del verano?
Todo es en su mitad perfecta esta noche,
menos la luz.
Cada cosa embelesada por el aire cálido
en su estado de constancia y evolución
menos la luz.
Los volúmenes negros en fuga,
los ángulos rectos adulterados por el viento,
la lengua profunda de la calle y su aliento muerto.
Arriba, abajo, un bullicio de palabras desarticuladas
rompiendo la monotonía del azul,
menos la luz.
La atmósfera, los viejos lados de un viejo edificio,
viejo de sostenerse a sí mismo.
La jornada vacía, las horas detenidas,
el pulso menguante en el cuerpo…
Todo en su mitad perfecta,
menos la luz
que fulgura redonda en el paño claroscuro del cielo
como una primicia que vuelve cada noche
a sacudirnos de la amnesia.
lo conoció una noche
de tantas miles
llevaba sus reproches con dignidad y unas ganas
locas
de darle a su vida
esa fantasía llamada oportunidad. él le ofreció una
trampa
de ojos que invitan a viajar llevaba su murmullo de
vocación y le brindó sincero
alguna buena discusión.
ella cayó en la trampa
del corazón.
pasadas unas horas
unos años quizás,
estando la franquicia
por claudicar,
tomó sus pocas cosas
sus muchas penas
y dándole a la puerta
no volvería más
ella guardó la pena
por no llorar
llevaba sus reproches con dignidad y esas ganas
locas
volvieron a brillar
hurgando fantasmas de felicidad.
oscuro, oscuro
claro.
lleno,
vacío.
tibio,
caliente,
frío.
a tientas,
mi mano tiembla,
y logra marcar un trazo. negro, negro,
blanco.
inspiro,
exhalo.
despacio,
rápido,
salto.
me duele,
el miedo y la huella del tiempo duele.
risa, risa,
llanto.
opaco,
transparente.
empiezo,
abandono,
sigo.
mis ojos escépticos descubren el ciclo
y miente mi boca
un futuro distinto. te busco, me busco, ¡grito!
silencio,
ruido.
tiempo,
espacio,
camino.
un viaje al infinito
siempre imaginé la forma de mi muerte:
soñé una extinción infernal e insomne
por falta de oscuridad;
cambiarle a trinity mi puesto
y así poder salvar a neo;
que el incendio esta vez lo escupa el champa como lava;
ser elegida por una abducción alienígena
en noche verde.
siempre busqué una muerte a la altura de la vida.
año 2077
las aves nacen con un ala solamente,
hay gente que no quiere a las flores,
los mares se alquilan,
los trenes pasan de largo.
contingentes de sonámbulos peatones ocupan el planeta.
los despiertos somos pocos, tan pocos
que bien podría concluirse que el futuro y el amor
efectivamente eran un invento de la cia.
dicen tenemos ojos incoloros,
que nos permiten decir sólo siete palabras por día
y que la música no existe.
estoy sola en el cuarto. lo pienso pero no pronuncio
el nombre de mi madre,
me dicen: “no te va a doler, tranquila”
y la luz se hace excesiva.
uso los dedos para contar hasta siete,
como cuando era chica y digo:
“si
estuviera
mi
madre
esto
jamás
pasaría.”
¿en qué se transformó la vida?
juntando 365 flores de diente de león para hacer dulce,
en verano, si miro hacia abajo;
pasmada por un cerro poco pisado y lleno de cuarzo
si miro hacia arriba.
nada es suficiente, me decías,
y yo no te creo y a cada rato compruebo
que son las mismas esas monjitas blancas y las golondrinas
que desafían mis rulos revueltos en vuelos rasantes
en clave de viento o de sol, quién sabe? quién siente?
azul profundo el cielo debería bastar, te digo;
1 cielo estrellado, mi nave dispuesta
acaso podrías saber el sabor del dulce
de 365 flores de diente de león,
por sólo yo hablarte de esto?
desde mi niñez me salva andar descalza,
no tomarme vacaciones en enero,
cierta fe en el barranco y lo que viene después
y nada, estirar los dedos, como los estiré siempre,
para cambiar páginas.
Decime, ¿cuál es tu sombra?
Salís a gritarle a la luna
en las noches de invierno
espantando a los pájaros oscuros
o te colás en la iglesia los domingos
a pellizcarles los talones a las viejas
o atendés un kiosquito
y les borrás la fecha de vencimiento a los paquetes de galletitas.
Porque sos tan hermoso, pero es sabido
todos tenemos nuestra sombra.
Vos te reís, pero me ha pasado cada cosa.
Por eso ahora pregunto
Y no sé,
capaz una sombra chiquita está bien que se haga amiga de la mía
serían como nuestras mascotas
las cuidaríamos, les daríamos de comer
y las sacaríamos a dar largas caminatas por la costanera.
Y capaz ellas puedan rescatarnos un día,
como esos San Bernardo que llevan whisky en un barrilito,
de morir congelados
en una nieve perfecta.
Abandonar el día con la certeza de lo inconcluso
Atrapar el instante en el que arriba la noche
tensa calma habitada por fantasmas viejos,
suspensión del tiempo.
Es el horario de los abrazos invisibles;
la antesala de los sueños
El camino en el que la mente ingresa temblorosa y simple
como un pajarito que busca guardarse.
(El tiempo no se va: es una partícula que flota en el silencio)
Día 1
No soy de ninguna parte.
Mi patria es el espacio que construyo
entre domingo y domingo
entre el mate y la noche.
Tengo orfandad de vuelo
y devoción por las ventanas.
No soy de ninguna parte.
Vengo del vientre y del deseo.
Mi infancia tiene el mismo olor a laurel
que cualquier infancia
el mismo sol
el mismo barro.
Algunas veces la niña llora
en el vértice opaco de la tarde
de vez en cuando quiere salir
de vez en cuando no quiere
otras veces el cielo se mete en la cocina,
entonces mi casa también es un lugar
suspendido
en ninguna
parte.
No quiso pintar la pared
fue su mano
la que remendó las pequeñas grietas
el recuerdo del clavo y la foto
blanco sobre blanco
una y otra vez
como quien intenta cubrirse
frente a los ojos de alguien.
Entró despacio
con cada pincelada
se volvió ladrillo escombro cemento
para sostener el cuerpo
blanco sobre blanco.
Semillas de fuego
Unas semillas
marrones y apestosas
viajaron aplastadas
en un bolsillo de la infancia.
Las traje
de un territorio de límites difusos
ni acá ni allá
una tierra difícil
rara vez pródiga.
Las traje conmigo
el puño apretado
entre los dedos la pulpa maloliente.
A través de los años
jalonaron mi paso
Cuando estuve perdida
me trajeron de vuelta
las semillas con olor a infierno
Lo podrido florece
el paraíso huele a gloria.
A nadie importa lo que está enterrado.
Busco
con uñas agrietadas
llenas de tierra
lo que pervive en lo oscuro
lo que reverbera en el jardín
lámina de cuarzo
piedra que brilla junto a las raíces
eso que ilumina la sombra
y espanta la melancolía.
No es tarea sencilla
desbrozar
arrancar
estibar al sol
arrojar a la bolsa
pero es la única que sé.
Me persigue un jardín
que crece a cada rato de mi sombra.