Del 19 al 21 de octubre se desarrolló de modo virtual el Congreso del Año Iberoamericano de las Bibliotecas “Diálogos bibliotecarios para crear futuros”, con la participación de especialistas de diferentes países en el ámbito de las bibliotecas, la lectura y el desarrollo global.
El 2021 fue declarado Año Iberoamericano de las Bibliotecas (AIB) en la XX Conferencia Iberoamericana de Ministras y Ministros de Cultura de Iberoamérica, realizada en 2019. Este acuerdo estableció una oportunidad de abrir una conversación regional sobre la vigencia de las bibliotecas y su rol en el desarrollo de los países iberoamericanos.
En ese marco, el miércoles 20 de octubre la BCN participó del panel “Bibliotecas y soluciones locales", a través de su Director Coordinador General y presidente de la División Regional para América Latina y el Caribe de la IFLA, el Sr. Alejandro Santa.
El panel fue moderado por Eric Doradea, Viceministro de Cultura de El Salvador. Junto al director de la BCN, participaron del debate Felipe Athayde Lins de Melo, Coordinador de Políticas Ciudadanas y Garantía de Derechos Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Consejo Nacional de Justicia de Brasil; y Katia Flor, Directora de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo de Ecuador.
Luego de agradecer la invitación y los saludos pertinentes, Alejandro Santa comenzó su ponencia: “Quería arrancar esta intervención partiendo de nuestra experiencia y basándome en los hechos. Es sabido que en Argentina, como en América Latina y el Caribe, venimos atravesando situaciones difíciles. Por eso es muy importante que como instituciones públicas debamos detectar cuáles son las necesidades reales de quienes nos rodean, porque en cada país surgen problemáticas específicas. Fue precisamente en este contexto que las bibliotecas se consolidaron en articulación con su sociedad, como instituciones vivas que cumplen funciones sociales elementales. Y es en ese sentido, que desde la Biblioteca del Congreso de la Nación Argentina hace tiempo asumimos el desafío de transformarnos en una gran biblioteca pública, porque nuestro origen fue como una biblioteca parlamentaria. Esto requiere orientar todos nuestros recursos hacia quienes más lo necesitan, de forma libre y gratuita, porque de otro modo les sería imposible acceder a nuestros servicios a nuestros usuarios y usuarias.
Por ejemplo, en esta pandemia tuvimos que profundizar nuestros programas, como nuestro “Bibliomóvil”, nuestro ómnibus-biblioteca itinerante que ya recorrió más de 600.000 kilómetros y alcanzó más de 550 ciudades y localidades a lo largo y a lo ancho de nuestro país. En él hacemos llegar a los sectores más lejanos más de 6 mil libros a bordo, con tecnología y computadoras adaptadas para el uso de nuestros visitantes, siempre acompañados por especialistas y agentes culturales. Algo similar sucede con el contenedor que hemos transformado en una biblioteca, o nuestra participación en los trenes sanitarios que llegan a las poblaciones más remotas, donde la BCN tiene su vagón cultural y obsequia los libros que se editan y se imprimen en nuestra propia imprenta”.
Del mismo modo, y respondiendo las preguntas apuntadas por los presentes, el presidente de la División Regional para América Latina y el Caribe de la IFLA sostuvo que “a su vez, es importante destacar que para ello nuestras bibliotecas deben avanzar en aplicar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que plantea la Organización de Naciones Unidas. Esto es lo que hacemos las bibliotecas desde hace muchos años, pero ahora estos ODS nos permiten obtener indicadores medibles, algo muy importante, porque sin ellos no hay gestión de calidad. Por ello en la BCN desde hace años nuestros procesos de gestión están auditados bajo normas internacionales y ahora le agregamos estos ODS.
En ese sentido, ya hace tiempo nos pusimos a trabajar mucho en la sustentabilidad, teniendo en cuenta que nuestra institución asiste a un promedio de 2500 personas en forma diaria. Y así pusimos en marcha un proyecto verde, donde todos los residuos son reciclados, nuestros edificios están certificados y el 40% de la energía que consumimos proviene de un sistema de paneles solares. Del mismo modo, avanzamos en la inclusión, un principio que rige todo nuestro accionar. Como cuando por nuestra intervención conjunta con la IFLA ante la OMPI logramos aprobar el Tratado de Marrakech para darles un derecho a las personas con discapacidad visual. Pero no sólo eso, nuestras salas deben ser inclusivas en todas sus formas, nadie puede quedar por fuera de nuestras bibliotecas.
Otro ejemplo que podemos compartir es nuestra gestión en pandemia, donde tuvimos el desafío de multiplicar nuestras propuestas virtuales. Para poder dimensionarlo, solo voy a señalar que en este periodo logramos que más de 2 millones de personas participaran y visualizaran nuestros contenidos, sumando unos 400 mil nuevos usuarios y usuarias de nuestra página web, con alrededor de 4 millones de interacciones y un crecimiento exponencial de seguidores en nuestras redes sociales. Con mucho esfuerzo, desde el inicio de la pandemia realizamos 502 actividades culturales en forma virtual donde asistieron 37.126 personas.
Otras vertientes que podemos destacar fueron los acuerdos con otras instituciones públicas y del ámbito privado para modernizar el software y alcanzar nuevas plataformas que logren nuevas fuentes de acceso de nuestros servicios para más personas. Y no me quiero olvidar de destacar, en mi nuevo rol de representante regional para América Latina y el Caribe de la IFLA, del gran logro que significó aquella Declaración de Valparaíso, donde en el año 2017, junto a las bibliotecas parlamentarias de Chile y México, fundamos la Red de Bibliotecas Parlamentarias de América Latina y el Caribe. Al día de hoy ya somos 17 miembros y estamos en pleno proceso de expansión”.
A modo de cierre, el Director de la BCN cerró su intervención de la siguiente manera: “Los que trabajamos en bibliotecas sabemos que nuestra labor es maravillosa, un verdadero privilegio. Pero aún así tenemos un desafío enorme por delante. Hay que instar a las instituciones formadoras de los bibliotecarios en nuestros países a que incorporen nuevas herramientas en base a nuestra experiencia y así se modifiquen los diseños curriculares de un modo más efectivo. Para ello, las bibliotecas y quienes trabajamos en ellas debemos entender que somos esenciales para el entramado social, como la pandemia lo ha demostrado. Como decimos habitualmente, las bibliotecas no podemos prescindir de este debate, y debemos exigir tener una silla en el lugar donde se discuten las cosas importantes que atañen a nuestra sociedad, porque somos lugares de encuentro y de futuro”.