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Aquiles y Áyax jugando a los dados


Hoy vamos a retroceder muchos siglos, hasta remontarnos a la Antigüedad, más concretamente al período griego arcaico (aproximadamente entre los siglos VIII-VI a. C.). Después de la Edad Oscura, que siguió a su vez a la Edad de Bronce griega, donde brillaron las culturas Cicládica en las islas homónimas, Minoica en Creta y Micénica en el continente, Grecia renació culturalmente en la Edad de Hierro. Ésta es dividida en varios períodos, donde tal vez el Clásico es el más renombrado, a través de obras arquitectónicas como el Partenón, o escultóricas como el Discóbolo de Mirón. La pintura griega es tal vez, menos conocida, a pesar de estar ampliamente difundida en la forma de frescos y pinturas “de caballete”, de los cuales queda prácticamente uno o dos ejemplares. 


Ánfora 344 de Exekias – Aquiles y Áyax jugando a los dados. 
c. 540-530 a. C., Museos Vaticanos.


Lo que sí ha sobrevivido en notables cantidades es la pintura aplicada a la decoración de vasijas. Éstas, afortunadamente, llegan hasta nuestros días por haber sido objetos muy apreciados por la cultura etrusca. Este pueblo, gran admirador del griego, importaba vasijas –y también artistas– a sus tierras y hasta desarrolló un estilo de trabajo basado en el griego, pero con características singulares. Los etruscos, como se estilaba en la Antigüedad, construían para sus miembros más ilustres tumbas muy complejas, con ajuares para “el más allá”: carros, ropas, joyas, alimentos y bebidas. ¿Cómo almacenaban estos últimos? En vasijas, muchas de ellas, griegas. 

El ejemplar que hoy veremos es considerado una obra maestra dentro de este campo, pero no es clásico (como las famosas obras que nombramos más arriba), sino del período precedente, el arcaico. 

En las vasijas podemos encontrar escritos el nombre del alfarero y el nombre del pintor. Ésta, hallada en Vulci, antigua ciudad etrusca, figura como hecha y pintada por el mismo artista, por cierto, uno de los más famosos e imitados: Exekias, activo entre los años 545 y 530 a. C. Se trata de un ánfora de 61 centímetros de alto, ejecutada en la técnica de “figuras negras”.



Dos guerreros en un momento de relajación se inclinan hacia una pequeña mesa; se trata, según escribe el propio Exekias en torno de las figuras, de Aquiles, a la izquierda, y Áyax el grande, a la derecha. Los dos participan de algún juego que probablemente involucra dados, y Aquiles está ganando, porque dice, a la manera de los globos de las historietas, “cuatro”, mientras que Áyax dice “tres”. Al día de hoy, no hay ninguna fuente literaria que narre este episodio, pero su desarrollo a manos de Exekias fue tan admirado, que llegan hasta nuestros días no menos de 150 copias –y probablemente se han producido muchas más–.

 


¿Por qué fue tan admirado Exekias y esta obra en particular? Además de la calidad en su tratamiento de las superficies y refinamiento en los detalles, quizás la clave se encuentre en que este artista, a diferencia de tantos otros, condensaba en su persona los dos oficios, el de alfarero y el de pintor. Otros artistas, en cambio, estaban dedicados solamente a la pintura, pero Exekias, podríamos decir, nunca olvida que está pintando una vasija, y no una tabla o un muro. Donde otros pintaban escenas rectangulares en la vasija (a la manera de una calcomanía, como se ve en la imagen de arriba), Exekias pinta sin olvidar su oficio de alfarero. ¿Cómo lo notamos? Volvamos a ver la vasija desde lejos. La diagonal planteada por los escudos de los dos guerreros se conecta visualmente con las asas del ánfora, prolongando su curva, vinculando la imagen con el soporte. Si recorremos visualmente las asas hasta su parte superior, éstas, a su vez, vuelven a vincularse con la imagen pintada a través de las lanzas, que, junto con las miradas de los personajes, nos llevan a la acción de la escena: el juego de dados.

Como dijimos, Exekias fue copiado muchísimas veces, aunque solamente en lo superficial como se puede apreciar en los siguientes ejemplares:

     



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