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Las tres gracias

Rafael Sanzio

La obra que hoy veremos es Las tres gracias, de Rafael. Esta pequeña tabla fue pintada, probablemente, como pareja de otra, El sueño del caballero, aunque se desconoce de qué manera se encuentran articuladas.


Rafael Sanzio

Las tres gracias, 1504-1505.

Óleo sobre madera. 17 x 17 cm. Museo Condé, Chantilly

El tema de las Tres Gracias proviene de la antigüedad grecolatina, con interesantes variedades de región a región: sus nombres en Grecia eran Aglaya (Belleza), Eufrósine (Júbilo) y Talia (Abundancia), identificadas como Cástitas (Castidad), Voluptas (Voluptuosidad) y Pulchritudo (Belleza) en la mitología romana. En su representación plástica se las identifica como acompañantes de Venus, y entonces, como cualidades del Amor. De esta forma, aparecen como tres desnudos femeninos, dado que Venus o Afrodita es la diosa del amor y del sexo, y uno de sus atributos para reconocerla es la desnudez.

La obra de Rafael es perfectamente armoniosa: desde la composición, la sinuosidad de las posturas y su serenidad, la luz y el color, se trata sin duda de una obra identificable de su autoría. Es un buen ejemplar para entender por qué tuvo tanta influencia en el arte posterior, llegando ésta a extenderse a través de los círculos académicos por varios siglos. No hay Tiempo en esta imagen, porque estamos ante figuras divinas, para las que el devenir no tiene ningún significado. Simplemente “son”.


 Rafael se inspiró para esta pintura en una escultura, copia romana de un original helenístico (siglo IV al I a. de C.), según consta en dibujos suyos que se han conservado en Venecia. Esa copia se encuentra hoy en la Biblioteca Piccolomini, anexa a la Catedral de Siena. El original, hoy perdido, era una de muchas versiones de la misma temática. Es interesante notar la semejanza de la obra de Rafael con algunos frescos pompeyanos que jamás pudo ver, dado que Pompeya fue redescubierta en el siglo XVIII, dos después de su muerte. Este parecido denota la difusión geográfica y temporal de esta forma de disposición de las figuras.

En la inspiración en la temática antigua advertimos que estamos, sin duda, ante una obra del Renacimiento, cuyo nombre hace, justamente, alusión al resurgir de las formas gloriosas de la Antigüedad, después del mal comprendido período de la Edad Media. Pero el renacer antiguo no termina aquí: se nota también en la postura de las figuras, inspirada en la del “contrapposto”. Esta postura, nacida en la escultura de la Grecia Clásica (450-400 a. de C.), consiste, además de en la disposición del cuerpo en forma de “S”, en la mezcla de miembros relajados y tensos, que pronto exploraremos en uno de nuestros Apuntes.


Resumiendo: desde la luz, pareja y difusa, que no deja ningún rincón oculto a la todopoderosa Razón; las posturas; la armonía del color, sin excesos; el tratamiento del Tiempo; desde luego el tema, y finalmente, la búsqueda final de esta obra, que es la representación de la Belleza, estamos ante un brillante ejemplar de una obra del Renacimiento.




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