Seguramente
recordamos a Botticelli por su obra de temática clásica, como su Nacimiento de Venus, la Primavera, o su Palas y el Centauro, entre otros. Sin embargo, su primera entrada en
estos apuntes, será, otra vez, de la mano de Boccaccio.
En 1483, Sandro
Botticelli recibió un encargo con motivo de la boda de Giannozzo Pucci y Lucrezia Bini: la pintura de
cuatro temples sobre tabla, probablemente destinados a la habitación del joven
matrimonio, cuya temática sería la narración de la novela octava de la quinta
jornada del Decamerón. Para llevar adelante el tratamiento de estas cuatro
tablas, dividiremos en dos entradas su análisis.
La historia es la siguiente: un caballero, Nastagio degli Onesti, ama con desesperación a la doncella Traversaro, pero aunque él es muy rico, ella, de linaje más noble que el de él, lo desprecia a pesar de todos sus esfuerzos. Sus amigos le aconsejan que deje Rávena, y él, seguido de algunos de ellos, se muda a la cercana Classe. Un día, a la quinta hora del viernes, sale, triste, a caminar, y presencia algo terrible.
Una mujer corre desnuda en el bosque, perseguida por dos grandes mastines y un oscuro caballero. Nastagio quiere ayudarla, pero el caballero, Micer Guido deli Anastagi, lo detiene y le cuenta su historia. Los dos son fantasmas. Él amaba a la doncella, pero ella, como la Traversaro, disfrutaba en despreciarlo; desesperado, él se suicida y va al infierno, y ella al poco tiempo, alegre de la muerte de Anastagi, muere también, y por su crueldad, comparte el mismo castigo. Los dos reciben una terrible pena: vagarán por la tierra, ella huyendo y él persiguiéndola, hasta darle muerte, tantos años como meses ella lo despreció, recorriendo cíclicamente todos los lugares donde ella fue cruel con él.
Habiendo hablado, el fantasma de Anastagi va hacia la mujer, inmovilizada por los perros, y la mata con el arma con la que él se ha suicidado; y luego arroja el corazón de ella a los animales. Una vez que éste ha sido devorado, la mujer se levantará y la acción se repetirá una y otra vez, fatalmente. Es lo que vemos en los dos primeros cuadros de la serie.
En el primero, Nastagio aparece tres
veces; pequeño, a la izquierda, hablando con sus amigos en las tiendas de
campaña que han montado; luego caminando, solo y apesadumbrado, e
inmediatamente a continuación, tomando una rama para defender a la doncella.
Ella está siendo atacada por los perros, mientras que Anastagi se acerca
peligrosamente.
En el segundo cuadro el destino fatal de los espectros se materializa: Anastagi ha matado a la mujer, y desde la espalda le quita el corazón (aunque no siempre con la práctica se adquiere experiencia, el corte que le ha hecho es demasiado bajo). Nastagio expresa su espanto ostentosamente, y la narración continúa a la derecha, donde los dos perros devoran el corazón. Atrás, en el segundo plano, se repite la persecución de la mujer, y se revela el carácter cíclico de la misma.
Probablemente,
la novedad del trabajo de Botticelli residiera en la recuperación de temáticas
y formas de expresión propias de la Antigüedad grecolatina. Aunque es un artista
inolvidable, y creador de pinturas absolutamente emblemáticas para la historia
del arte, no podemos dejar de notar que en otras obras, como ésta, no deja de
recurrir a la narración en clave más medieval que renacentista, haciendo
aparecer dos y hasta tres veces en la misma imagen a algunos personajes,
informando en todo momento mucho más acerca de la historia, que acerca del
aspecto físico de sus actores y paisajes. Por otra parte, la composición
espacial, con el recurso de los árboles de diferente tamaño para crear la
sensación de profundidad y el empleo de algunos escorzos, son elementos más
innovadores.
Continuaremos en la próxima entrada.