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Vivir el Biblio, vivir en el Biblio

Espacio en el que el equipo del Bibliomóvil comparte sus experiencias durante estos 18 años de vivencias lectoras desde La Quiaca a Ushuaia.

Subir, bajar y volver a subir. Participar del Bibliomóvil es un sinfín de sensaciones, todos los días, a toda hora, desde el minuto en que te enterás del próximo destino hasta que volvés a tu casa. En cada salida a la ruta encontrás un mundo nuevo que te cambia la mirada sobre tu propia vida. Un día te levantás en un pueblo de 400 personas, al otro día trabajás en uno de 60 y al siguiente te encontrás en una ciudad con 200.000 habitantes.

Tus compañeros y compañeras se convierten en tu familia por una semana. Cada día que pasa, la única rutina a la que te aferrás es llegar al Bibliomóvil, ese ómnibus de dos pisos en el que hay una sala de lectura y una de informática, sacar las puertas de madera que contienen a los libros en la biblioteca y encender las computadoras de la planta alta a primera hora, repitiendo el mismo procedimiento, a la inversa, al terminar el día. Todo lo demás es pura aventura: discusiones filosóficas sobre la vida con quien llegue a visitarnos, debates sobre autores, críticas de libros, deconstrucción de las princesas en los cuentos, lecturas en la oscuridad, lecturas de imágenes, ayudar a pensar y escribir historias resultado de algún juego grupal, buscar finales alternativos, conectar libros entre sí, vincular los textos con futuros lectores. Pero también la aventura está en repensarnos a nosotros/as en cada actividad, desde lo que podemos aportar a cada participante: hacerles reír, llorar, conectar con sus emociones más profundas y respetar las distintas opiniones que puede generar un texto, una imagen, una nueva lectura ante una nueva mirada.

Subirnos en cada viaje es permitirnos cambiar, crecer, es ser puente entre la historia de ese rincón del país y del próximo que vamos a visitar y al que seguramente le compartamos la experiencia vivida, o alguna leyenda o anécdota que nos hayan compartido de esos paisajes, o de esas almas que nos visitaron. Trabajar en el Biblio, como lo llamamos cotidianamente, es escuchar a una nena que se va diciéndonos que le va a poner a la biblioteca de su casa “Bibliomóvil” porque no se va a olvidar más la experiencia que vivió ahí; es ver subir a niños y niñas en un día que no hay clases y, al desafiarlos a leer como premio para ir a las compus, escuchamos que una nena decía no saber leer, nos acercamos a ella y jugando a unir letra con letra pudo darse cuenta que podía leer una frase completa, a las horas pudo descubrir una tímida fluidez en su lectura, con una sonrisa imposible de describir; es también que un preadolescente, después de escuchar un cuento que le parecía en un primer momento más para pequeños, se vaya estallado de la risa y antes de bajarse se dé vuelta y nos diga sin pensar “¡Te quiero!” y a los segundos, dándose cuenta de ese acto descontrolado de emociones: “¡no te conozco, pero te quiero!; es, inclusive, que una adolescente nos confiese que leyó literatura erótica y nos pregunte si está bien acercarse a la literatura desde ese lugar; es también que muchos mediadores, docentes y bibliotecarios nos pidan un listado de los libros más utilizados por nosotros en las actividades. Es, muy a nuestro pesar, ver cómo algunos niños y niñas e inclusive adultos se despiden una y otra vez del equipo diciéndonos “nos vemos”, “hasta la próxima”, cuando nunca se sabe. Pero el Biblio también es que la magia de la ruta te devuelva un poco de eso que sembraste en algún rincón y que un día llegue un niño al Espacio Cultural BCN preguntando por el Bibliomóvil y se encuentre con alguna de nosotros/as para decirnos que fuimos su seño en una actividad y que quiere subirse de nuevo ahora que está acá. O que tengas la suerte de que toda una familia correntina que se subió en una Feria del Libro en su ciudad aparezca en una de las jornadas de carnaval en la BCN y comparta cómo se vive esta fiesta en su provincia.

Trabajar en el Bibliomóvil es adentrarse a la aventura de la vida, es compartir emociones con personas que no conocés pero con la certeza de que hay mucho para compartir por más que el tiempo sea corto, la distancia larga, y el encuentro sea por única vez; es abrir el corazón a las palabras, los sonidos y las imágenes de cada momento, es componer entre todos y todas una nueva huella que queda tatuada para siempre en este andar.



     


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