Una gigantesca “X” y una “P” se despliegan
por el pergamino.
Hoy vamos a ver la página de un libro
medieval, el que muchas fuentes consideran más bello y notable de todos: el Libro de Kells.
Cuando decimos “libro” seguramente pensemos
en un códex o códice, que es un compendio de páginas rectangulares cosidas por
el medio y encuadernadas. Esto es un invento medieval, basado en las antiguas
tabletas de madera con tapa, en el que se escribía sobre una fina lámina de
cera que después podía ser alisada. En esos tiempos antiguos, es decir, previos
a la Edad Media, los libros eran rollos de papiro que se unían creando un largo
rectángulo que para ser leído, se colocaba sobre una mesa o el regazo y se
desenrollaba con una mano mientras se enrollaba con la otra, en sentido
horizontal y no vertical, como se estila mostrar en las películas.
El que este asombroso libro llegara hasta
nuestros días es un prodigio. Consideremos que es de pergamino —y no de papiro—, material usado en la
Edad Media para asegurar la mejor conservación, pero que tampoco es eterno. Un
libro con características más o menos semejantes a las del Libro de Kells es el Libro de
Durrow, datado alrededor del año 675, llega a nuestros días con manchas de
hongos a causa de haber sido sumergido en agua para convertirla en “agua
curativa”, y así ser utilizado como “remedio” para salvar a los terneros
enfermos en el siglo XVII. Más allá de estos aconteceres puntuales, estos códices,
creados por monjes irlandeses, hubieron de resistir a múltiples ataques a los
monasterios donde fueron creados. La isla escocesa de Iona, donde se especula
comenzó la escritura de este libro, recibió múltiples ataques vikingos; en el
año 806 fueron asesinados 68 de sus monjes y algunos de ellos huyeron llevándolo
a la Abadía de Kells en Irlanda, donde este libro hace su primera aparición en
la historia. La abadía, a su vez, fue asaltada no menos de siete veces antes de
1006, y en una ocasión el libro fue enterrado por tres meses para ser salvado.
En resumen: es un objeto con una historia extensa que sufrió toda suerte de
calamidades.
Como todo libro medieval es un manuscrito. Uno de los inventos que
se toman para señalar el cambio de época al hablar de Renacimiento es la
invención de la imprenta, a mediados del siglo XV; pero para eso falta mucho,
rondamos el año 800. El de Kells es un texto iluminado, es
decir, sagrado, una copia de los Evangelios en 340 folios de pergamino —para los cuales se utilizó
la piel de 150 becerros— escrito en latín, del cual nos llega la gran mayoría, pero muchas
páginas se han perdido, lo mismo que sus, probablemente, muy ornamentadas
tapas.
La página que nos ocupa es la más excelsa
del libro y más notable de la Edad Media: la página del monograma de Cristo —XP —, o la del Chi-Rho,
que son las dos letras con las que comienza su nombre en griego: ΧΡΙΣΤΟΣ. El equivalente en castellano sería
encontrar unas enormes C y R en la página.
Entre sus páginas escritas, los libros medievales
irlandeses tienen ornamentación. Ésta puede tomar la forma de una ilustración
del texto, llamada “miniatura”, o bien el adorno
se aplica al texto, no a la figura. Estos últimos casos los encontramos en el
inicio de cada evangelio, llamado “página de íncipit”. Conforme vemos estos
libros, desde los más antiguos a los más recientes, notaremos que la ornamentación
va en aumento, y que en el libro de Kells, “estalla”.