Inicio > Apuntes de historia del arte > La danza de la vida humana

La danza de la vida humana


Nicolas Poussin

Veamos otra obra de la cual podemos extraer información comparando el cuadro final con su boceto. En este caso estamos ante “La danza del tiempo” o “La danza de la vida humana”, de Nicolas Poussin, artista del barroco francés, pintada entre 1638-40.


 

La danza de la vida humana
c. 1638-1640
Óleo sobre lienzo
82,5 cm x 104 cm
Colección Wallace, Londres


Cuatro figuras bailan en ronda al son de la música de lira que tañe un anciano alado, enmarcados por dos putti o amorcillos, mientras un carro sobrenatural cruza el cielo, más arriba. El anciano responde a la representación tradicional del Tiempo; un señor entrado en años, con un cuerpo que no coincide con su cabeza; denota su poder, y alas… porque el tiempo vuela.

Los amorcillos ostentan símbolos que encarnan el mismo concepto: uno tiene un reloj de arena, y el otro hace efímeras burbujas. Junto a éste, un herma con una cabeza con dos caras, que evoca a Jano, dios de los umbrales, los inicios y finales, correspondiente al mes de Ianuarius, nuestro enero.



Vamos a las cuatro figuras que danzan. Una interpretación inmediata es que corresponden a las Estaciones; las guirnaldas en las cabezas de dos de ellas, una de flores y otra de hojas secas, afirman esta posibilidad. Otra, que bien funciona en forma complementaria, es que son figuras alegóricas que representan, de izquierda a derecha, los siguientes conceptos: la Belleza (o el Placer), el Trabajo, la Riqueza, y la Pobreza. La Belleza y la Riqueza van opulentamente vestidas, peinadas y calzadas; el Trabajo y la Pobreza, no. Vemos que Belleza y Riqueza van tomadas de la mano y que Trabajo y Pobreza también. También vemos que la Pobreza trata de tomar la mano de la Riqueza, pero no llega. ¿Estarán tomados de la mano la Belleza y el Trabajo? Arriba, Apolo y su séquito en su carro atraviesan el cielo.

Poussin es uno de los mejores representantes del Barroco francés, que prefería la temática alegrórica, mitológica o histórica (lo que llamamos grandes temas) al paisaje, la naturaleza muerta o la pintura de género, que sí se cultivaban en otros países a partir del mismo siglo XVII. Pero además de la temática, la composición también es clásica, y aquí haremos uso del bosquejo para entender mejor este concepto.



El boceto, una acuarela monocromática, muestra los mismos personajes, pero con algunas diferencias. El carro de Apolo aquí es mucho más grande; su cercanía denota una urgencia que no aparece en el cuadro terminado. Allí, la distancia entre la acción de los personajes cercanos y el carro, no da a entender la misma sensación de inminencia, sino de un sentido del tiempo más tranquilo, frío, dilatado. 

Poussin decide quitar el árbol de la derecha en su obra terminada, por el mismo motivo por el que desplaza al amorcillo de las burbujas a la izquierda: desea, ante todo, dar la idea de una composición equilibrada. Una masa tan oscura como la del árbol podría provocar inestabilidad en la estructura. Cada uno de los putti compensa la presencia del otro, ahora en los extremos del cuadro, en lugar de conservarlos juntos. 

Sí conserva el pilar de la derecha y su contraparte, la escultura de Jano, para “cerrar” el cuadro. Cuando en la obra final aplica el color, lo hace en forma perfectamente proporcionada, sin disonancias ni contrastes abruptos.

¿Por qué tuvo tanto interés en la simetría?  La razón es el tipo de temas que Poussin cultivaba. Dada su inclinación hacia los grandes temas, era lógico dejar de lado composiciones inestables, que sugirieran transitoriedad. El equilibrio es la mejor manera de expresar una acción eterna, divina.



Más sobre: 'Apuntes de historia del arte'