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Mil Grullas


En mayo se cumplieron diez años del fallecimiento de Elsa Bornemann. Desde la Biblioteca del Congreso y el Proyecto Loqueleo (Editorial Santillana), se comparte su obra para amplificar sus textos que resuenan como el atributo silencioso de una identidad cultural que se nos presenta en distintos momentos de la vida. Celebrarla y recordarla a través de su obra es un homenaje por el amor que la autora compartió en sus páginas. Su editora María Fernanda Maquieira nos deja algunas postales para comprender a la mujer detrás del elefante que ocupa mucho espacio.





Recordar a Elsa cuando se cumplen cuarenta años de democracia ininterrumpida en el país. Recordar a Elsa desde una institución de la democracia a diez años de su partida. Recordar a Elsa desde una Biblioteca Pública. Recordar a Elsa desde la sala de una institución pública, que lleva su nombre. Recordar a Elsa es volver a pasarla por el corazón.


Su nombre estuvo en una lista: la de los autores de libros prohibidos durante la última dictadura militar. Pero también ese mismo nombre integra otras listas, como las de premios internacionales, ese mismo nombre figura en la Faja de Honor de SADE (Sociedad Argentina de Escritores), en el Cuadro de Honor de la selección de la revista alemana “The White Ravens”. Además recibió la Medalla Alicia Moreau de Justo, por su obra literaria; y el Diploma al Mérito del Premio Konex y Konex de Platino. Este conjunto de menciones a su obra son sólo algunos de los reconocimientos internacionales y locales a su gran trayectoria. Pero Elsa está también desplegada alrededor del mundo en forma de miles de grullas, de recuerdos para quienes la leyeron y fueron atravesados y atravesadas por sus textos. Y así la conmemoran autores, ilustradores, editores que fueron convocados por Maria Fernanda Maquieira a compartir sus recuerdos, anécdotas, emociones sobre lo que significó leer o conocer a Elsa en algún momento de sus vidas y que gentilmente nos comparten para esta edición.




María Fernanda Maquieira, editora. 


“Los chicos de antes y los de ahora siguen leyendo a Elsa”, advierte María Fernanda Maquieira mientras destaca la importancia de esta autora singular para muchas infancias y generaciones ya desde su primer libro en la década del 70 que perduran hasta nuestros días. María Fernanda es quien dirige el área de Literatura Infantil y Juvenil en Santillana Argentina y desde el año 2015 tiene el cargo de Directora Editorial del sello Loqueleo. “Nos pareció que era importante hacerle un homenaje, y una linda manera fue acercando algunos de sus objetos personales: papeles escritos a mano, donde se pudiera ver su letra, sus fotos de jóven y también materiales originales de ilustración de sus libros a los que no es usual tener acceso”.


María Fernanda la recuerda en los detalles, en su amor absoluto por los animales, en los nombres graciosos que le ponía a sus “gatijos y perrijos”. En su meticulosidad para escribir, en su letra prolija, en los detalles de las lapiceras de colores que llevaba a la Feria del Libro para que los chicos y las chicas eligieran el que más les gustaba para que ella les firmara los cientos de ejemplares que, con cariño, dedicaba a quien se acercara, y reafirma: “a cada uno, con esa hermosa letra, con el tiempo para cada uno”.


Cuando se piensa en los libros de la autora de Socorro o El libro de los chicos enamorados Maquieira sostiene que Bornemann “atravesaba los temas que nos hacen humanos: el miedo, el amor... Fue una pionera en esto, porque en los años cuando ella empezó a escribir no era tan habitual hablar de estas cosas para niños, o hacer cuentos de terror. Ella realmente fue una visionaria, se adelantó mucho a su época, incluso no fue muy comprendida en aquel momento en algunos sectores, la miraban raro. Después fue leída y apreciada con el tiempo”.


Maquieira, editora y Licenciada en Letras, sostiene que Bornemann “marcó una época en la literatura infantil argentina y una tendencia que después muchos escritores y escritoras continuaron y aprendieron de ella”.


“Elsa fue una escritora de campaña, y además docente, profesora, académica; pero al recordarla la veo tomando la mano de cada niño y niña que le confiaba sus asuntos. A ella escuchando para luego responderles, en la época de la correspondencia papel, que implicaba ese intervalo  en el que se maceraba lo que uno contaba, lo que leía y lo que respondía, sabiendo que pasarían días hasta ser recibido. Entre todos los chicos que Elsa atendió hubo una: ella misma, la Elsa niña, huérfana de algún consuelo, a la que jamás le soltó la mano y para la que nunca dejó de escribir.





Luis Pescetti, escritor.


“La autoridad para hacerlo nacía de su seriedad académica, pero sobre todo de aquél intenso camino de hormigas, una a una con sus cuitas y anécdotas, y todas regresando con el alivio de haber sido escuchadas. No conozco otro autor que haya estado con tan devota entrega a la infancia, no como una categoría, sino a la que le llegaba en cartas con historias individuales. 


“A eso se dedicaba con lo que ella misma declaró en el prólogo de su antología de poesía, con «voluntad de servicio»”.





Guillermo Schavelzon, agente literario.


Elsa Bornemann fue, ante todo, la escritora de cuentos maravillosos que les leía a mis hijas, cuando comenzaban a crecer. Luego, la escritora de la que fui agente literario, peleando contra ediciones piratas, malos contratos, y editores que no entendían lo que era su obra, que solo publicaban porque se vendía mucho. Hasta que pasó a manos de María Fernanda Maquieira, que desde Santillana y Loqueleo supo resignificarla, revisar todos los textos mal publicados, y lograr que vuelva a ser leía en todos los colegios del país. Trabajo apoyado por Margarita Bornemann, que dedica su tiempo a visitar colegios (públicos en especial), para contarles anécdotas, leerles cuentos y poemas, y cantar canciones junto con los chicos. Elsy: todos mis recuerdos están llenos de gratitud y cariño. 





Pablo Bernasconi, ilustrador.


"Siempre pensé que todos tenemos la capacidad de situar cuatro o cinco momentos determinantes de nuestra vida, en que nuestro intelecto decidió torcer el destino por obra de algún encuentro con un texto, con un libro. En mi caso, uno de ésos momentos fue cuando descubrí a mis 10 años, el libro “Socorro” de Elsa Bornemann.  –¿Qué es esto? Pensé. ¿Cómo se atreve a escribir así, para nosotros, los niños? ¿Cómo me dejaron leer semejante barbaridad? ¡Quiero más!


Despertar el apetito de un lector incipiente, es para mi una de las mayores glorias a las que puede aspirar nuestro oficio. 


Dudo que el adulto en que se convirtió ese niño hubiese crecido igual, sin “Socorro”. 


Gracias Elsa."





Graciela Montes, escritora.


"Haciendo memoria"


"Lo primero que conocí fue “El libro de los chicos enamorados”: ¡sorprendente el don de cercanía de esa escritora, cómo se dirigía a los púberes lectores! 


Del bello “Mil grullas” me habló con entusiasmo María Adelia Díaz Rönner, exquisita lectora, en alguna de nuestras charlas del verano, 1982, 83, 84... en Miramar o en Mar del Plata.


“Un elefante ocupa mucho espacio”, lo conocí después. Laura Devetach, mi editora en Colihue, consideró que había que mencionar “Una trenza muy larga” a propósito de “Julia, la de los pelos largos" y me prestó su ejemplar para que lo leyera. Ahí están las tres, Elsa, Rapunzel y Julia Saltzmann, compartiendo dedicatoria. 


Cara a cara nos vimos por primera vez con Elsa en una reunión que armaron Ana María Ramb y Pepe Murillo en la SADE. Fuimos a un café a charlar de coincidencias: las dos habíamos pasado por la Filo intervenida, carrera de Letras. Resultó, además, que éramos del mismo signo.


En 1985, cuando con Graciela Cabal, Ángela Martínez y Néstor Abramovich hacíamos “Cosas de Chicos” para Kapelusz, Graciela propuso sumar “Se mató un tomate, un encantador disparate”.


¡Gracias, Elsa, por tu generoso permiso!


Y con este tomate completo la ensalada de recuerdos. No fueron tantos, ahora que pienso. A veces parece que nos moviésemos en planos simultáneos y paralelos, en mundos aislados, pero si se presta atención se percibe una misma trama".


Seguí leyendo: Recordando a Elsy, la escritora que hablaba con los chicos



El presente artículo pertenece a la Revista BCN N° 13


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