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Inmaculada Concepción de las misiones jesuíticas

Durante el siglo XVII, y hasta su expulsión en 1750, la Orden Jesuita fundó una serie de pueblos llamados reducciones en los territorios guaraníes y tupíes, ubicados en el noreste de la provincia de Misiones en Argentina, colindantes con Paraguay y Brasil.


La labor de estos sacerdotes fue importantísima ya que no sólo cristianizaron a los pueblos originarios, sino que también respetaron las lenguas autóctonas, crearon escuelas para su instrucción, enseñaron diferentes oficios y restringieron la presencia de españoles y portugueses, que muchas veces los capturaban para llevarlos a realizar trabajos forzados en plantaciones, minas, etc.
Por otro lado, organizaron urbanísticamente los pueblos, les transmitieron conocimientos de agricultura y ganadería y, sobre todo, de la explotación de la yerba mate, que fue uno de los productos más importantes para exportar a los principales centros del Virreinato del Perú y utilizarlo como trueque con aquellos bienes de los que ellos carecían.



También respetaron la organización jerárquica de los pueblos originarios y crearon edificios destinados a viudas y huérfanos que debían ser alimentados por todo el pueblo.
Las reducciones guaraníes se construyeron en torno a la plaza principal donde se hallaba la iglesia, el colegio, la vivienda de los jesuitas y, en torno a ellas, las viviendas de los indígenas, de acuerdo a los clanes que allí habitaban.
Como sabemos, quedan testimonios arquitectónicos en muchos de ellos, por ejemplo San Ignacio Mini, en la provincia de Misiones, o La Candelaria en Paraguay. También son numerosas las esculturas en madera que actualmente se encuentran en diversos museos.


Inmaculada Concepción. Anónimo. Primera mitad del siglo XVIII

Es una escultura tallada en madera (imaginería) y policromada de la Virgen Inmaculada de pie sobre las figuras de cuatro querubines que emergen de nubes. La figura tiene cierto movimiento por la inclinación hacia la izquierda del cuerpo y la cabeza de la protagonista y el manto que genera bordes ondulantes. Lleva sus manos al pecho en actitud protectora y de reverencia a la divinidad.
Como la mayoría de las esculturas misioneras, la figura carece de expresión ya que fija su mirada hacia el frente, hacia el espectador.
Viste la túnica dorada y manto azul con una guarda dorada en el borde, tal como aparece en las obras europeas. Cubre la cabeza con un velo también dorado.
Hay que destacar que gran parte de la imaginería misionera es obra colectiva, es decir, realizada por diversos guaraníes especializados en determinadas disciplinas.
Esta imagen se encuentra en el Museo Fernández Blanco, sito en Suipacha 1422, Capital Federal. También encontramos otros ejemplares en la provincia de Córdoba, en antiguas estancias y en el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia, y en el Museo de la Ciudad de La Plata.


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