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Sarmiento en el epistolario Gutiérrez


Domingo Faustino Sarmiento fue una de las tantas e importantes personalidades del campo intelectual y de la política que sostuvieron relación epistolar con Juan María Gutiérrez. 

La presente selección contiene ocho de sus cartas escritas entre 1845 –año de publicación de Facundo. Civilización o barbarie, (título posterior)– hasta 1848. 

Estas ocho cartas de puño y letra pertenecen a la Colección Epistolario Gutiérrez que atesora la Biblioteca del Congreso. En ellas –matizadas con expresiones de humor e ironía– se leen motivos de interés del gran sanjuanino: la publicación y difusión de su obra Facundo, la preparación para su viaje transformador a Europa y su preocupación por la situación de la educación y la política de nuestro país. 

En ese período Sarmiento parte desde Chile hacia Europa, luego a Argelia, vuelve a Europa y de allí a Estados Unidos. Este viaje, descripto en su libro Viajes por Europa, Norte de África y Norteamérica 1845-1847, es un antes y un después en la vida de Sarmiento como político y sobre todo como educador. En Londres lee los escritos de Horace Mann y viaja a Boston a conocerlo. Sarmiento torna su mirada hacia un modelo distinto de educación: el norteamericano.

A través de la epístola confidencial e interpelante da a conocer a Gutiérrez sus escritos y la preparación del gran viaje. Como lectores de esa intimidad, advertimos la confianza de amigos unidos por el espíritu de una generación, el cambio cultural y la creación de un proyecto de Nación. 

Para la Generación del 37 esos viajes afianzaban la vocación de alcanzar una formación intelectual moderna. Recordemos, como ejemplos, el que hicieran juntos Juan Bautista Alberdi y Juan María Gutiérrez en el barco “El Edén” en 1845, con creación y producción lírica incluida: una prosa de Alberdi, versificada por Gutiérrez; y el viaje que realizara, en 1825, el joven Esteban Echeverría rumbo a París en el buque “La joven Matilda”, con pasaporte de comerciante y de regreso con profesión de poeta, como lo prueba el poema “El ángel caído”, y portador de lecturas que revolucionan el pensamiento y la sensibilidad de la época. 

Sarmiento emigra a Chile por primera vez en 1831 y trabaja allí como maestro, minero, comerciante, etc. Regresa con fiebre tifoidea a su provincia en 1836. Es por eso que participa en el Salón Literario de Buenos Aires de 1837 desde San Juan.

En 1840, se exilia por segunda vez, obligado por las autoridades provinciales adeptas al gobierno de Rosas. Sin embargo, antes de partir, ya es un Sarmiento con experiencia de vida y aptitud periodística manifiesta en el efímero periódico sanjuanino El Zonda. En Chile, por diversos contactos, colabora en los periódicos El Mercurio y El Nacional, y funda El Progreso. Además de la activa participación -con frecuencia beligerante- en polémicas con otros periódicos, se evidencia su habilidad literaria. 

Este exilio por razones políticas coincide con la emigración, desde Buenos Aires a diversos destinos, de quienes integraban el Salón Literario, entre ellos Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y Juan María Gutiérrez, destinatario de las cartas que presentamos. 

Entre el 2 de mayo y el 21 de junio de 1845, Domingo Faustino Sarmiento publicó por entregas a manera de folletín, la biografía de Facundo Quiroga en El Progreso. Esta modalidad, ampliamente difundida en el siglo XIX por obras de autores consagrados, fue adoptada por Sarmiento porque  le permitía el movimiento de las misceláneas y las narraciones de extensión variable. De la publicación por entregas pasó al volumen a cargo de la Imprenta del Progreso. A lo largo del tiempo, el autor fue modificando su obra y en vida llegó a realizar hasta cinco ediciones.

Volviendo al epistolario, y en particular a las cartas remitidas en castellano, encontramos un denominador común: la fluctuación de la lengua y la autonomía ortográfica –planteada por miembros del Salón Literario– respecto de la normativa española. 

Lo que resulta insoslayable es el respeto intelectual de Sarmiento hacia Juan María Gutiérrez.


Cartas de Domingo Faustino Sarmiento a Juan María Gutiérrez período 1845-1848.

Las transcripciones de las cartas  incluidas junto a cada manuscrito fueron extraídas de la obra "Archivo del Dr. Juan María Gutiérrez; epistolario. / edición a cargo de Raúl J. Moglia y Miguel O. García", publicada por la Biblioteca del Congreso y conformada por ocho volúmenes.



La primera carta está fechada el 24 de julio, sin año en el original. Los profesores Moglia y García, compiladores del epistolario, la ubican por su contenido en 1845. En ella Sarmiento le pide a Gutiérrez que haga una valoración crítica de su obra Facundo, en el diario El Mercurio de Chile donde escribe su amigo. Por entonces Sarmiento se encuentra en Santiago y Gutiérrez en Valparaíso. Considera tan fundamental la opinión y la mirada del crítico, que lo insta, con sorna, a que si no le gusta que “lo diga”, “que hable mal”, que iba a recibir bien sus ironías, ya que eran preferibles al silencio.


Remito a U. el primer ejemplar del Facundo qe ve la luz pública”. “Sin miedo de ofenderme diga en este sentido lo que le dé la gana; soi tolerantísimo,(…) cuando más le permito qe por no ofender mi modestia añada qe es una producción indijesta, nauseabunda, pero nada más”.


Carta 2



La carta es del 8 de agosto de 1845. Sarmiento, con sentido del humor, juega con el tópico latino beatus ille –en este caso “Dichoso usted”– para dirigirse a un  Gutiérrez de buen pasar, “sibarita del espíritu” y alejado de preocupaciones políticas, en paralelo socarrón con su trabajo en el que se ve ocupado “con este maldito Rebujón (Facundo) que me saca los ojos” y que, además, lo lleva a descuidar el contacto epistolar con los amigos.

En esta carta Sarmiento muestra su agradecimiento a Gutiérrez por haber publicado una crítica en El Mercurio de Valparaíso, y en registro irónico le dice: “(…) pero como soy del metier comprendí que acía U. con el Facundo lo que yo e echo tantas veces con otras peores”.

Gutiérrez llega a Valparaíso pocos días después de que Sarmiento comenzara a publicar su obra Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas como folletín del periódico El Progreso, el 6 de mayo de 1845. Simultáneamente, Gutiérrez anticipa la futura publicación de su propia antología América poética -cuyo ejemplar original se encuentra en la sala de Colecciones Especiales- enriquecida con notas al margen y marcas del propio Gutiérrez.


Carta 3




En la carta fechada el 22 de agosto de 1845, Sarmiento da cuenta del interés por la difusión de su obra reciente, asignándole a Gutiérrez la misión de “derramar la Odisea (Facundo) por todo el orbe”, consignando la cantidad de ejemplares que remite a otros amigos para su divulgación. Una vez más, expone a Gutiérrez su sensibilidad, reclamo de afecto y más frecuencia en el diálogo epistolar: “Es ud. Un taimadísimo amigo al que es preciso importunar (...)”. Hacemos hincapié en que llama a Facundo “Odisea”, equiparando sus vicisitudes a las de Odiseo.


En la carta del 2 de septiembre de 1845 persiste en la difusión de Facundo y le cuenta que uno de los hermanos Rodríguez Peña enviará ejemplares a Europa. Percibimos la preocupación por la propagación de su libro. También hay una simpática pincelada, quizás un poco presuntuosa y pueril: “Yo he hecho tantos castillos de viento, qe por estar la cordillera cerrada no paso ahora, pero pasa el Facundo i cuanto papelucho an escrito por acá nuestros amigos; (…) qe se quedarán estupefactos al leer: por D.D.F, S. Miembro, etc, director, etc.” 

Como dice el escritor Carlos Gamerro: “Nadie como Sarmiento creyó en el poder de la palabra. Las de su Facundo no sólo iban a abrirle las puertas de los salones europeos, labrarle una carrera política y provocar la caída de Rosas, también le permitirían crear la geografía de la patria, ordenarla y poblarla. Si Martín Fierro fuera, como propone Lugones, nuestra epopeya nacional, Facundo sería nuestro Libro del Génesis.” Gamerro (2015).


Carta 5



En esta carta se destacan  dos temas de importancia: uno referido a su viaje iniciático y efectivamente transformador y otro a Gutiérrez. 

Fiel a su escritura Sarmiento no economiza humor, ironías ni sarcasmos acerca del talento propio y ajeno. En este texto del 9 de octubre de 1845 enviado desde Santiago de Chile a Gutiérrez en Valparaíso, da cuenta de su alegría por la decisión de viajar a Europa. 

Casi cantando le dice “Me voi a Europa, me voi, me voi”. En la misma carta le cuenta a Gutiérrez cómo lo ayudó Montt, su amigo chileno, gestionando el dinero del gobierno trasandino y expresándole las razones por las que debía partir: “En las circunstancias presentes se necesitan ombres/qe derramen sangre i U. no a de trepidar en ello i a quedar manchado para el porvenir, U. debe entrar por mar a su patria desde Europa, a organizar…A U. le temen, pero nadie lo desprecia”.

Sarmiento recorre Europa, sus capitales, Argelia, luego Londres desde la cual pensaba regresar. Sin embargo, al ser invitado por el matrimonio Horace y Mary Mann, cambia su destino casi literalmente y se embarca hacia Estados Unidos ya sin dinero. No obstante seguirá contando con su amigo Montt, impulsor anímico y monetario del viaje, que llegó a ser presidente de Chile. Su amistad se mantuvo toda la vida.

El otro tema se refiere a Gutiérrez. Alude a la futura publicación de América poética. El origen de esta primera antología de poetas hispanoamericanos fue la compilación que no llegó a publicarse, Poetas del Río de la Plata, realizada por José Rivera Indarte, Juan María Gutiérrez, Teodoro Miguel Vilardebó y Andrés Lamas. Dos argentinos y dos uruguayos, respectivamente.
Sarmiento, entre bromas y argumentos valorativos, le manifiesta a Gutiérrez su temor por la postulación de cualquier poeta para figurar en ella: “…qe en la primera entrega qe iciese circular por América, no quedaría poetastro ramplón qe no exclamase: ¡I yo! ¿Cómo mis versos no están aquí? ...un fardo de malos versos vendrá…”


Carta 6



Esta particular carta desde Montevideo tiene destinatarios múltiples. Está dirigida a Gutiérrez, a Demetrio Rodríguez Peña, a Miguel Piñero “y demás amigos de Valparaíso”.
 
La fecha no figura en el manuscrito, pero se ha calculada en el año 1846. A modo de una charla informal e íntima entre amigos, los hace cómplices de las anécdotas que narra. Sarmiento elige tres momentos para comentar con lenguaje coloquial y viril para la época. Por un lado, les cuenta su cruce con Vélez Sarsfield al que encuentra “flaneando” en el ámbito marginal cercano al puerto.
 
“En el momento de desembarcar me eché encima al viejo Vélez qe andaba flaneando por el muelle, (…) i le llame el tío Vélez a causa de llamarle así unas lindas sobrinitas qe me a echo conocer”.

Por el otro, exalta la belleza de Mariquita Sánchez que con sus sesenta años continúa seduciendo por su charla y cualidades de dama, y al llegar al momento de la anécdota personal e íntima, también con humor, responsabiliza a Gutiérrez porque la conoció a sus instancias: “La señora Mendeville, por unas palabras de Gutiérrez me izo procurar, nos izimos amigos, pero tanto qe/una mañana solos, sentados en un sofá,me sorprendí víctima triste de una erección, tan porfiada ( ...) ponderando con la gracia que sabe hacerlo, sentí (…) Felizmente entró alguien i me salvó de tamaño atentado”. 

Finaliza la carta con algunas consideraciones acerca del presente político: “(…) la guerra marcha soberbiamente”. “Urquiza, Mansilla i Servando se an echado sobre el general Paz”. 


A esta carta del 1º de marzo de 1846  Sarmiento la envía desde Río de Janeiro a Valparaíso. En ella Sarmiento colma de elogios a la poesía americana. Cuenta que oyó de boca del propio José Mármol uno de los Cantos del Peregrino y el impacto que le produjo.

Destacamos que José Mármol, autor romántico de la novela Amalia y encendido enemigo de Rosas, como lo expresa su literatura, fue quien puso en contacto a Sarmiento con Juana Paula Manso, innovadora en el campo de la educación, precursora del feminismo en la Argentina,   además de periodista, traductora, etc. 

En este documento es clara la admiración de Sarmiento hacia la poesía y los autores latinoamericanos incluidos en la América Poética de Gutiérrez: “¿Creerá U. qe me a dejado aturdido ese torrente de poesía inagotable, perenne como una cascada?” “Estamos mui ricos en estas cosas. Su América Poética, (porque nos pertenece); la Colección de poesías del Plata; las antiguas i modernas de Echeverría, (…) las de Varela (…).”

Y como es su costumbre epistolar, Sarmiento vuelve al presente político refiriéndose a Alberdi y sus escritos en El Mercurio, y a su propia experiencia: “(…) Todos los acalorados discursos qe he escrito contra Rosas i loas rabias qe ello me a costado.” ¿A qe diablos desvivirse por acerles oír razón?”.

Concluye con una despedida cálida y coloquial: “Adios, ´pues, querido amigo; trabaje con tino; duerma largo; joda mucho y diviértase qe el tiempo pasa i no debemos malograrlo.”


Carta 8


Esta carta de Sarmiento del 28 de febrero de 1848 desde Valparaíso refiere la excelente recepción y posición de privilegio en la que se encuentra en Chile. Se trata de un Sarmiento exitoso con su obra Facundo ya difundida, de regreso del intenso viaje y con proyectos a realizar.

 “estoy en Valparaíso recibiendo la bienvenida de chilenos i arjentinos, tan cordial de parte los unos i los otros, como debía i puedo esperarlo”. “El anuncio de mi llegada parece qe a causado alguna sensación en el Gabinete a juzgar por la priesa qe se andado en congratularme i ofrecerme empleos”. 

Al mismo tiempo sigue en contacto con sus amigos argentinos comentando circunstancias y propósitos políticos. Es la época de los conflictos internos anteriores a Caseros. 

“(…) Oi llega Montt i tendremos una conferencia qe le daré cuenta en lo qe pueda tener relación con nuestros proyectos”. 



“Sarmiento es nuestro primer poeta, en el sentido de la palabra griega poiesis. ‘hacer’ o crear, en el sentido en que Borges le aplica la palabra a Homero: el poeta de las realidades”. Gamerro: 2015.

Bibliografía
Biblioteca del Congreso de la Nación (Argentina). ARCHIVO del Dr. Juan María Gutiérrez; epistolario. / edición a cargo de Raúl J. Moglia y Miguel O. García. Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación, 1979- . Tomo II (1981)
Gamerro, Carlos. Facundo o Martín Fierro. Los libros que inventaron la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 2015. 
Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo o civilización y barbarie / Domingo F. Sarmiento; Incluye prólogo de Alejandra Laera; Buenos Aires/: Biblioteca del Congreso de la Nación, 2018.

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