Viajes

El mundo existe todavía en su diversidad. Pero esa diversidad poco tiene que ver con el calidoscopio ilusorio del turismo. Tal vez una de nuestras tareas más urgentes sea volver a aprender a viajar (...) a fin de aprender nuevamente a ver.

Marc Augé, El viaje imposible. El turismo y sus imágenes


Viajar con un mapa en el que se colorean rutas o viajar al azar, dejarse llevar, ser sorprendidos, castigados por un territorio desconocido y tener como resultado desvíos, naufragios, revelaciones. Ir de la oscuridad a la luz y viceversa. Y siempre, en lo vivido, cuando uno se sumerge desde la experiencia, salir del viaje de otro modo. 

    Separados por varios siglos, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Lucio V. Mansilla inician un viaje a tierras desconocidas. Andan al azar, a donde las circunstancias los lleven, van modificando la visión mientras se adentran más en el territorio, comprenden “al otro” en sus comidas, lenguas, sexualidad… la experiencia personal tiene tal preponderancia que, al volver, hay que escribir como se habla, en un cruce con otras lenguas y modos. 

    Rebecca Solnit también viaja y analiza, primero con un pie, después con el otro, como una pulsación del corazón, sin azar. Las caminatas siempre la llevan a alguna parte, mientras tengan continuidad y compromiso, glorificando de alguna manera esos apre-hendizajes de los navegantes, los flâneurs y los exploradores, que regresaban distintos. Como Roberto Juárroz, nos preguntamos si realmente regresaban.  

    Para “curarse” de alguna manera de esos “viajes”, qué mejor que contarlos, volverlos cuento. En esta entrega de “Recomendaciones de libros”, los viajes reales parecen ficción y los cuentos parecen reales. 


Los naufragios. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Editorial Castalia, 1992

  

Al principio del siglo XVI, ante el descubrimiento de un “Nuevo Mundo”, una vasta generación compuesta por Hernán Cortés, Bartolomé de las Casas, Francisco López de Gómara, González Fernández de Oviedo y Álvar Núñez Cabeza de Vaca, entre otros, plasmó en escritos los hechos vividos en cada expedición. Su importancia histórica, la construcción de un aparato bélico y burocrático en España ante cada "descubrimiento", la relación de los expedicionarios con un mundo desconocido y con la corona harán de estos escritos una visión disímil. 

    El alférez andaluz Álvar Núñez Cabeza de Vaca parte de España en 1527 junto a seiscientos hombres, bajo la expedición de Pánfilo de Narváez a Florida. 

    En Los naufragios, Cabeza de Vaca narra el viaje de los cuatro únicos sobrevivientes que pasaron ocho años entre los “indios”, recorriendo a pie más de 10.000 kilómetros por lo que es hoy el suroeste de Estados Unidos y norte de México.

    En una descarnada crónica, lo autobiográfico alcanza momentos de gran patetismo: vigilias, hambrunas, torturas, el deambular desnudos. Álvar Núñez va entendiendo así la idiosincrasia del nativo, no solo lo en lo que considera hostil para ellos, sino en lo que los acerca a un grado de “humanidad” no reconocido por sus pares: en el trato amoroso con los niños como nunca antes había visto, en los matrimonios homosexuales, en la carencia de avaricia, en la valentía como guerreros. En la convivencia con diez tribus con lenguas diferentes va guardando palabras que serán plasmadas por primera vez en un libro de viaje de un conquistador español. 

    Su identidad va transmutando, de conquistador pasa a ser esclavo, de comerciante a chamán y, finalmente, a apóstol de los indios. En esa mezcla de “curandero natural” y “milagrero cristiano” en ritos colectivos, en los que se reza y sopla con la sola invocación de Dios y en ausencia de la virgen y santos, construye escenas tan extraordinarias, de tal grado de exotismo que se ha llegado a pensar en que sean absoluta invención de Álvar Núñez.

    Tal ha sido su transformación, que al final de viaje, al encontrarse con Diego Alcará —otro conquistador— no puede más que enfrentarse ante sus pares que esclavizan a los indios, convirtiéndose en protector de ellos. 

    Los naufragios está considerada una extraordinaria obra antropológica por la innumerable cantidad de datos de pueblos recorridos, desconocidos hasta ese momento, pero fundamentalmente por la capacidad de Álvar Núñez —siendo un conquistador— para poder desprenderse de sus mandatos y observar y vivir otras culturas, que al final del viaje lo harían un otro. 


Una excursión a los indios ranqueles. Lucio V. Mansilla, Editorial Longseller, Buenos Aires, 2014

Link al catálogo BCN: https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=749393&fs=32


Una excursión a los indios ranqueles es un viaje a lo desconocido, una obra sobre el siglo XIX y las ambigüedades de la identidad argentina alentada por las modulaciones de la voz escritural de Mansilla en vital encuentro con otras. 

    El 30 de marzo de 1870, desde el Fuerte Sarmiento, partió una comitiva encabezada por el coronel Lucio V. Mansilla rumbo "tierra adentro", a Leubucó, con el objetivo de firmar un tratado de paz con los ranqueles. Finalmente, el resultado de esa misión no fue el tratado, sino la obra: Una excursión a los indios ranqueles que apareció por entregas en mayo de 1870 con una mirada que modificaba, sin terminar de confrontar, la percepción literaria y civilizatoria de Esteban Echeverría, José Hernández y de Sarmiento respecto a lo que había “del otro lado”, más allá de la frontera en ese territorio a conquistar. 

    El intercambio dialógico entre el coronel y los ranqueles comienza con una interpelación: “Oigan, bárbaros, lo que les voy a decir”. El vocativo “bárbaros” presupone una organización desigual de las posiciones de los hablantes, pero resulta un plano movible del relato pues el bárbaro es el extranjero, es decir, cualquiera. Para Mansilla, los “indios” son argentinos y los criollos también son “indios”, y así inquiere a los ranqueles: “Ustedes también son argentinos ¿Y si no, qué son?; yo quiero saber lo que son. Contésteme, dígame, ¿qué son? ¿Van a decir que son indios? Pues yo también soy indio. ¿O creen que soy gringo?”. La ambigüedad semántica del término “argentinos” y el dilema de la identidad atraviesa su definición entre el mestizaje biológico y la hibridación cultural, interrogante fundacional de la nación. Este dilema queda manifiesto en el personaje más relevante y disruptivo de la obra, el de los “ojos garzos”: el cacique Mariano Rosas, hijo de una cautiva y ahijado de Juan Manuel de Rosas, que en una jugada compleja de apropiación “lo hizo bautizar, sirviéndole de padrino; le puso Mariano en la pila, le dio su apellido ―Rosas― y le mandó con los otros de peón a su estancia del Pino”. Aunque Mariano conservó hasta en las firmas su nombre cristiano y guardó eterna y pública gratitud hacia su padrino, no abandonó jamás su lengua ni su tierra, ni siquiera cuando la viruela diezmó a su tribu y el gobierno le ofreció trasladarlos. Mansilla atraviesa la complejidad del personaje ―que lo excede― y una vez más lo hace con magistral pluma y sin condescendencias ni fórmulas duales.  

    La lectura y el viaje al corazón de la pampa obligan a tomarse tiempo, a cabalgar despacio, a vivir el tiempo de espera padeciendo con el narrador hasta volverse cómplice, tanto de la expedición como de la lectura. Y así, de a poco, la magnificación del viaje desplaza a un segundo plano su motivación, iniciando al lector a un viaje como a una estrella de diversas puntas. 

    Una excursión a los indios ranqueles es una pieza fundamental en el engranaje del pensamiento argentino. Con formato de crónica de viaje epistolar, Lucio V.Mansilla practica el arte de la cita y de la digresión, de la conversación, del ensayo y del testimonio con algo de aventura, y logra una obra notable, inclasificable, como las identidades inacabadas y en pugna que nos habitan.  


Wanderlust. Una historia del caminar. Rebecca Solnit. Hueders Ediciones, Santiago de Chile, 2015

 

Cada caminata se mueve por el espacio como una hebra por el tejido, zurciéndolo en una experiencia continua ―tan diferente al modo en que el viaje aéreo corta en trozos el tiempo y el espacio, como lo hacen también los autos y los trenes―. Es esta continuidad una de las cosas que creo perdimos en la era industrial, pero podemos elegir reclamarla, una y otra vez, y algunas personas lo hacen. Los campos y las calles están esperando.

    Así comienza este libro ―ensayo― peatonal que habla de peregrinaciones religiosas y rondas de prostitutas, de excursiones turísticas y marchas políticas, de meditaciones estéticas y desafíos deportivos. Su autora (San Francisco, EE.UU., 1961) las despliega a lo largo de las épocas para encontrar significados culturales al caminar, y así homenajea al vagabundeo y a la incertidumbre, a la lentitud y a la naturaleza.

    Vale la pena sumergirse en la fluidez de una escritura atractiva y creativa y caminar al leer: 

Caminar ha sido una de las constelaciones en el cielo estrellado de la cultura humana, una constelación cuyas tres estrellas son el cuerpo, la imaginación y el mundo ancho y ajeno, y aunque las tres existen de forma independiente, son las líneas trazadas entre ellas ―trazadas por el acto de caminar por motivos culturales― lo que las transforma en constelación. Las constelaciones no son fenómenos naturales sino imposiciones culturales; las líneas trazadas entre estrellas son como senderos recorridos por la imaginación de quienes los han seguido antes. Esta constelación llamada caminar tiene una historia, la historia hollada por todos esos poetas y filósofos e insurrectos, por peatones imprudentes, por callejeras, peregrinos, turistas, senderistas, montañistas. Que tenga también un futuro depende de que estos trazos que la conectan se sigan recorriendo.

Así nos pasea, en mente y emociones, Solnit.


En la Patagonia. Bruce Chatwin, Ediciones Península, 1977



 Algunos entendidos en lo que se puede definir como "literatura de viajes" sostienen que En la Patagonia (Ediciones Península) del inglés Bruce Chatwin, no representa la literatura sobre viajes ortodoxa, ya que el autor inventó a algunos personajes, ciertos pasajes del libro o conversaciones. Es decir, aseguran que el libro no es una estricta crónica de viajes sino que, por el contrario, Chatwin lo enriquece con pura literatura.

    El libro fue escrito en 1977, después de un viaje que realizó el autor en el que recorrió la Patagonia argentina durante 6 meses.

    Chatwin trabajaba para el Sunday Times Magazine como asesor de arte y arquitectura. Cuenta la leyenda que, estando en París, entrevistando en su casa a la conocida arquitecta Eileen Gray, vio colgado un mapa de la Patagonia pintado por ella misma… "Siempre quise ir allí" comentó Chatwin, "Yo también, ve allí por mí" replicó Gray, que ya tenía 93 años. Y el dicho se convirtió en una aventura real que duró meses. 

    En la Patagonia, como todo libro de viajes que se precie de tal, nos descubre infinidad de personajes: desde galeses que se dedican a criar ovejas y beber whisky, un pianista solitario perdido en los confines del mundo, una enfermera rusa triste y solitaria, paseando por paisajes increíbles, e historias legendarias protagonizadas por los célebres bandidos, Bucht Cassidy y Sundance Kid, que supieron pisar estas tierras sudamericanas, después de años de asaltos y tiroteos.

    Chatwin convierte a la Patagonia en una región del Cono Sur, con un brillo especial, como un sitio legendario, con paisajes, personajes e historias increíbles; dice "todos necesitan del acicate de una búsqueda para vivir, y para el viajero ese acicate reside en un sueño".

    En la Patagonia la excusa para el sueño y el viaje es un trozo de piel entregada a la abuela de Bruce Chatwin, como regalo de bodas, por un primo marino.

    Chatwin parte tras la pista de una piel similar y encuentra vestigios de siglos de historia y las insólitas huellas de personajes improbables, exiliados y excéntricos, vagabundos, hombres y mujeres encallados en el tiempo, que le dan al relato una extraordinaria autenticidad. 


Turistas. Hebe Uhart, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008

Link al catálogo BCN:

https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=685505&fs=32

https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=779708&fs=32 (2.a edición)

 

Viajar sirve para darte cuenta de cómo sos. A mí me gusta viajar, pero me gusta volver.

Hebe Uhart, narradora y cuentista de lo mínimo, de lo cercano, de lo palpable, como dice Martin Kohan en el prólogo de este libro: “transita una escritura encarnada en la experiencia”. Sus relatos dan cuenta del mundo con “sucedidos”, tanto en lo personal como de lo que le contaron. Notas de viajes, crónicas de personajes y situaciones van construyendo historias desde una voz narrativa ecléctica y personal.

    En Turistas se narra un modo de decir y de mirar de personajes tan entrañables como el estilo de la autora. Un turista alemán relata una estadía en Buenos Aires; Bernardina sufre el desarraigo de su Ibicuy natal mientras se traslada de Asunción del Paraguay a Argentina; los acontecimientos de la vuelta a Morón de Fernando; la señora que necesita diferenciar “turista o viajero” son algunas de las historias de este libro.

Tenés razón, fuimos a Miami, pero no es lo mismo. Ahí fuimos a comprar sin parar, eso es lo que hace un turista. Pero yo escuché en el programa «Yendo por el mundo» a Pepe Ibáñez que explicaba la diferencia entre un turista y un viajero. Turista es cuando vas donde te llevan como un borrego y no ves nada de lo que hay alrededor, como si tuvieras anteojeras. Decime, ¿acaso te conté algo de cuando fui a Miami? Si ví dos shopping y tres palmeras. Pero ahora, ¡todo lo que tengo para contar! Y además, había visto las fotos de Nápoles y Capri en el suplemento de los domingos y le dije a Aldo: «Nosotros vamos a ir ahí».

    Turistas es un libro de relatos en el que los personajes viajan o se desplazan en distintos escenarios, en el que con humor se despliega un gran mapa de comportamientos y lenguajes diversos, explorando “lo turístico” desde la ficción del viajero−espectador/lector. Como se dirá en el libro: “Hay cuentos que pueden ser leídos como crónicas y crónicas que son cuentitos”. 

    Sus viajes, miradas y escuchas trazaron nuevas impresiones a la serie de crónicas publicadas por Adriana Hidalgo: Del cielo a casa (2003), Viajera crónica (2011), Visto y oído (2012), De la Patagonia a México (2015) y De aquí para allá, recorrido por pueblos originarios de toda la región (2016).


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