En los años 60 el mundo era un lugar de cambios profundos. En las sociedades aparecían actores que se sublevaron contra el orden establecido, modificando también las formas de relacionarse y las costumbres. Las rebeliones fueron la rúbrica de esos años, mientras reinaba la Guerra Fría y la idea de que “el fin del mundo” podía llegar en cualquier momento apretando un botón que dé lugar a un estallido nuclear. Nuestro país, atravesaba la resistencia a la dictadura y la creación des-bordante. Al “boom” editorial literario, se le sumaron las actividades del Instituto Di Tella, el Nuevo Cine Argentino, el teatro reflexivo y el surgimiento del Rock Nacional, expresiones acompañadas por un periodismo atento y dispuesto a incluir al arte en sus agendas. Teniendo en cuenta este contexto, Recomendaciones de libros de la BCN presenta: Los 60 en Argentina.
1. Vanguardia Internacionalismo y Política. Arte argentino en los sesenta. Andrea Giunta. Paidós, Buenos Aires, 2001
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Esta obra analiza el movimiento cultural argentino de los años 60, cuando artistas visuales, curadores y críticos se abocaron a proyectos especialmente diseñados para generar un arte de vanguardia y lograr un reconocimiento internacional. La autora analiza las estrategias y las acciones que se articularon para alcanzar una redefinición del arte que permitiera traspasar las fronteras. Giunta también presenta los vínculos de algunos artistas que oscilaban entre los ideales revolucionarios y las instituciones del establishment, un recorrido que contribuyó a comprender las ideologías políticas y estéticas que alimentaron el debate público de aquellos años. Un período en que las instituciones y gestores del arte argentino concibieron que era posible hacer de Buenos Aires un centro internacional de arte como lo eran París o Nueva York, y los y las artistas sintieron que, por primera vez, sus obras podían aportar al lenguaje de vanguardia. En este clima se reescribió la conflictiva relación entre el arte y la política en sintonía con un debate cultural en América Latina, imprimiéndole una radicalidad que fue aumentando en el transcurso de esa década.
Giunta emprende este estudio a través de un enlazado aparato analítico-crítico. Su revisión de fuentes es exhaustiva, y el libro atraviesa distintos interrogantes: ¿Fueron años de esplendor para el arte argentino? ¿Existe el “arte argentino”? ¿Cuál es su dimensión política?
Para realizar este recorrido comienza con el año 1945 como preámbulo de la asunción de Perón; luego, el golpe de Estado de la “Revolución Libertadora” de 1955 y, como desenlace, la década en cuestión. Todas las tendencias artísticas pasan por la mira de la autora, incluso anteriores a las surgidas en los años 60, como Arte Concreto Invención, Madí, Perceptismo, Infomalistas, la Nueva Figuración y los nombres propios como el de Marta Minujín o Ruben Santantonín. También recalca la importancia de Jorge Romero Brest, figura axial y rectora de la gestión artística. Guinta acentúa muy especialmente el papel de las instituciones tanto públicas como privadas: el flamante Museo de Arte Moderno, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Instituto Di Tella y las bienales de las industrias Kaiser Argentina, entre otras. A mitad de los 60, comienza la crisis y con la censura del gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía, recrudece la relación del arte y la política en la obra y acción de artistas como puede verse en la obra de León Ferrari, Juan Pablo Renzi, Pablo Suárez, entre otros, como la experiencia de “Tucumán Arde”. Finalmente Andrea Guinta esboza conclusiones finales cuyo denominador común fueron la necesidad de cambio y el deseo de plantear otro futuro a través de las vanguardias y la revolución, y con el arte fusionado en ese eje.
2. Del Di Tella a “Tucumán Arde”. Ana Longoni y Mariano Mestman. EUDEBA, 2008 2da ed.
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El libro reconstruye las acciones de un grupo de artistas plásticos, que al filo de la década del 70 —más precisamente en 1968— protagonizó una ruptura con las instituciones artísticas vigentes en aquel momento, en especial con el Instituto Di Tella y sus conceptos experimentales.
La instalación más conocida fue la obra "Tucumán Arde" exhibida en el local de la CGT de la ciudad de Rosario, que daba testimonio estético y de denuncia sobre las condiciones de miseria en que vivía el pueblo tucumano bajo la dictadura de Onganía.
Del Di Tella a “Tucumán Arde”, vanguardia artística y política en el 68 argentino permite aproximarse a prácticas y sentidos de una etapa convulsiva de nuestro país, atravesada por golpes de Estado, procesos de descolonización y, fundamentalmente, por la figura y las ideas de Ernesto "Che" Guevara. Así puede entenderse la coexistencia —no siempre armónica— de sindicatos, intelectuales y artistas, cuyo mayor punto en común fue la resistencia a la sucesión de gobiernos militares.
La búsqueda bibliográfica y documental de los autores, sumada a las entrevistas a figuras clave de la etapa, permiten armar lo que los autores denominan “itinerario del 68” y, dentro de este, la iniciativa “Tucumán Arde” con su proyección y el compromiso de muchos artistas que pasan a involucrarse cada vez más en lo social y lo político. León Ferrari, Graciela Carnevale, Eduardo Ruano, Margarita Paksa, Roberto Jacoby, son algunas de las voces que se pueden encontrar en las entrevistas, junto al relato de cómo se diseñó “Tucumán Arde”. La iniciativa buscó denunciar la realidad escamoteada por los grandes medios de comunicación y exponer la salvaje represión a los reclamos de obreros y trabajadores cañeros, como así también la connivencia de los dueños de ingenios con funcionarios de la dictadura militar. La declaración que se dio a conocer en la muestra realizada el 3 de noviembre de 1968, en Rosario, fue un claro ejemplo de acción contrainformativa que denunciaba el operativo silencio organizado por las instituciones del gobierno militar para silenciar la grave situación de la provincia de Tucumán. La muestra incluyó "collages" de recortes periodísticos realizados por León Ferrari, proyección de diapositivas, documentales, reparto de volantes y difusión de la experiencia. La respuesta de la dictadura militar de la época fue contundente: las muestras programadas para replicarse en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe debieron suspenderse.
Este libro, que incluye fotografías, comunicados, ponencias y artículos periodísticos, recupera una experiencia que con los años, paradójicamente, se transformó en objeto de culto de otras vanguardias.
3. Los cachorros. Mario Vargas Llosa. Editorial Peisa, 1995
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Los Cachorros es una novela breve publicada en 1967. Mario Vargas Llosa toma una noticia periodística para pergeñar el relato: un perro ataca a un niño y le produce la castración.
La historia de la novela comienza con la llegada de Cuéllar al Colegio Champagnat del exclusivo barrio limeño de Miraflores. Rápidamente forma con cuatro compañeros un grupo inseparable. Aplicado en sus estudios, buen deportista, un día después de un partido de fútbol, Judas, el perro del colegio lo muerde produciéndole la castración. A partir de ese trágico momento se volcará a un torrente de conductas descontroladas hasta el final de su vida. Se va alejando de sus compañeros, quienes han ido construyendo una vida predecible, acorde a las pautas de la sociedad burguesa a la que pertenecen. Para el protagonista, la única posibilidad será el escape, la velocidad, el riesgo…
Los cachorros recorre veinticinco años de la vida de Cuéllar, pero los personajes transitan la escritura de forma intemporal: el modo de contar produce en el lector la sensación de que todo sucede en un tiempo muy breve.
Lo novedoso de Los cachorros está en la ruptura de los límites gramaticales del lenguaje, en el cruce y corte de los procedimientos lingüísticos. Utiliza recursos como la acumulación narrativa (diálogo, monólogo, descripción, sonidos, palabras del lenguaje limeño, diminutivos), el uso de distintos tiempos verbales, la supresión de nexos, las onomatopeyas, acercándose al comic strip. Variados son los temas e interpretaciones de la novela pero se puede entrever, en su variedad de recursos, una metáfora tragicómica de la sociedad limeña, donde el castrado representa al intelectual limeño encorsetado en una sociedad conservadora, violenta, machista, donde el diferente será excluido y arrastrado a su propia marginación.
4. “El desatino” en Teatro 4. Griselda Gambaro. Ediciones de la Flor, 1989-1996. (Las paredes / El desatino / Los siameses / El campo / Nada que ver)
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En la segunda mitad de la década del 60 hubo una movida rebosante de audacia y creatividad en el Instituto de la calle Florida, colmado de artistas talentosos, varios de los cuales mantuvieron su vigencia a través del tiempo. El Centro de Experimentación del Instituto Di Tella —una verdadera usina de talentos— abrió sus puertas en 1965 con varios espectáculos, entre ellos, El desatino de Griselda Gambaro. Dramaturga y novelista, inició su camino en los años sesenta en el Instituto Di Tella, convirtiéndose en símbolo de la vanguardia teatral y una de las figuras clave del teatro argentino de todos los tiempos.
Pionera entre las dramaturgas de nuestro país, se inició como autora de cuentos y novelas cortas. Su primera publicación, Madrigal en ciudad (1963), ganó una distinción del Fondo Nacional de las Artes (FNA). Dos años después, El desatino, otra colección de cuentos y narrativas cortas, obtuvo el premio Emecé.
Fue precisamente la adaptación de uno de esos relatos su primer estreno teatral en el mítico Instituto Di Tella, en 1965. Su ópera prima El desatino, narra la peripecia de un hombre que se despierta con un aparato extraño en la pierna del cual no se puede liberar. Se pueden vislumbrar allí los temas que le interesarán durante toda su vida: la violencia, la opresión, la imposibilidad de la comunicación. Desde aquella puesta en escena, se descubrió a una autora de espíritu contestatario y luminoso, que retrata la condición humana y la realidad social en clave grotesca.
Escritora de ensayos, definió en uno de ellos: “La ambivalencia del texto dramático se refiere a su doble función: texto que es una hipótesis para el escenario, texto que debe mantenerse como literatura fuera de él”.
Sus obras fueron traducidas a varios idiomas y publicadas en Estados Unidos, Polonia, Alemania, Inglaterra, Francia y Brasil. Entre otras importantes distinciones obtuvo el Premio Konex, Premio Nacional y Municipal de Teatro, Doctora Honoris Causa (IUNA), Premio Universitario de Cultura (UNC) y Premio Atahualpa del Cioppo (España).
Dice Mauricio Kartun (una de las figuras más reconocidas de las artes teatrales en Argentina): “Las obras de Griselda me han sorprendido siempre en su extraña singularidad. Una originalidad espontánea. Distinta y a la vez familiar. Y siempre revulsiva. Sin rastro alguno de esa provocación exhibicionista que ha consumido tantas veces la energía de las vanguardias. Capaz de crear en el espectador una nueva forma de recepción, una nueva mirada sobre el mundo. Universal y nacional. No me cabe duda: todos nosotros, autores de las últimas cinco décadas, tenemos algo de Griselda. Una verdadera iluminadora.”
5. Cine argentino: modernidad y vanguardias, 1957/1983. Compilador: Claudio España
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El crítico de cine y docente universitario Claudio España, coordina la producción de una monumental obra de 3 tomos editada por el Fondo Nacional de las Artes, donde se realiza un análisis académico sobre el cine argentino desde su aparición hasta el restablecimiento de la democracia en 1983. Una colección que ofrece un cuadro interpretativo y evocador que contiene importante material fotográfico, investigación y datos que resultan relevantes a la hora de entender el influjo del cine argentino en la historia cultural del país. El último tomo se centra en el período 1957-1983, años marcados por la intención de los gobiernos militares de afianzar una cinematografía alejada de los parámetros estatales de los tiempos peronistas. Una etapa caracterizada por la censura, el cine realizado en la clandestinidad (como el del Grupo de Base y el Grupo Liberación), la influencia de la literatura, el teatro y el nuevo Cine de Autor englobado en la heterodoxia de la denominada Generación del 60. En ella, un grupo de jóvenes cineastas dieron nacimiento a una nueva forma de narrar historias con el paisaje urbano como protagonista, en muchos casos influidos por la Nouvelle Vague francesa y los críticos de la revista Cahiers du Cinema. El resultado de esa producción es un conjunto de películas muy distintas entre sí pero dueñas de una contraseña común: la búsqueda de un nuevo lenguaje, una voz propia a tono con los aires de cambio y vanguardia que regían en el mundo. Se trata de cineastas como Simón Feldman, José Martínez Suárez, David José Kohon, Rodolfo Kuhn, Manuel Antín, Leonardo Favio y Hugo Santiago formados en las salas de cine, en los cineclubes y en la literatura de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. El impulso de esos jóvenes directores permitió no sólo el surgimiento de un nuevo cine sino también de la creación del Instituto Nacional de Cinematografía.
El imponente libro compilado por Claudio España, con una mirada polifónica, atraviesa los convulsionados años 70 trazados más severamente por la persecución y la censura, para concluir en 1983 donde, con determinación y audacia, el cine argentino toma nuevos bríos y se convierte en un mojón en la consolidación de la democracia.