Natalio “El Tábano” Botana y Salvadora “La Venus Roja” Medina Onrubia fueron una pareja electrizante. Él, con solo 25 años y dinero ganado en una mesa de poker, funda en 1913 el diario Crítica, creando las bases del periodismo moderno. Ella, militante anarquista y punzante escritora, era madre soltera cuando conoció a Botana. La unión de ambos hizo que Crítica superara los 800.000 ejemplares vendidos en cinco ediciones diarias y que se convirtiera en un imperio periodístico. Su influencia también pudo comprobarse en su mítica quinta “Los granados”, sede de una intensa vida social y cultural donde Siqueiros pintó el mural Ejercicio Plástico. Signados por el éxito, Los Botana también fueron marcados por la tragedia: el suicidio de un hijo (Pitón) y el accidente automovilístico de Natalio que le costó la vida. La luz de Salvadora se apagó pero su obra siguió brillando, incluso más con el paso del tiempo. Tuvieron tres hijos y varios nietos, entre ellos el escritor apodado Copi, que, siguiendo la estirpe familiar, lo trastoca todo. Cínico, versátil y particular, fue excepcional escritor y dibujante.
En esta entrega de Recomendaciones de libros de la BCN, Los Botana: una familia transgresora y singular.
1. Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia. Dos voces para Crítica, de Alberto Piñeyro. Editorial Rumbo, 2014
La historia de Natalio Botana, el creador del diario Crítica y de su mujer, la escritora Salvadora Medina Onrubia, es rica en imágenes. Reconstruida por Alberto Piñeyro, en Dos voces para Crítica se sobreimprimen a los cientos de relatos y anécdotas, que fueron convirtiendo a Botana y Salvadora en personajes más literarios que históricos.
La muerte temprana, el carisma, el poder político y periodístico de Natalio Botana, sumados a la militancia anarquista, la teosofía y ciertas excentricidades de Salvadora Medina Onrubia, alimentaron el mito.
El mítico poder de Botana nació en Crítica y trascendió sus páginas. Los relatos orales y escritos retoman los rasgos esenciales del estilo del diario. Su desmesura, que lo llevaba a jugarles al poker, durante horas, el sueldo a sus periodistas; su grandilocuencia a la hora de recibir a sus invitados con un gran habano en la boca y una pistola en la cintura; su excesivo paternalismo al pagar casas, autos y bodas a sus periodistas; su temible capacidad de actuar en las sombras y jugar con los hilos ocultos del poder, alimentaron la leyenda negra de Botana. Sus principales detractores, entre los sectores nacionalistas y anticomunistas de la infame década del 30, no solo esgrimieron motivos ideológicos, ya que Crítica denunció la aplicación de torturas a los presos políticos durante la dictadura de Uriburu, sino también motivos personales.
Botana estaba casado con la escritora Salvadora Medina Onrubia. Tuvieron tres hijos, y juntos se transformaron en una de las parejas más controvertidas de la pacata sociedad porteña de la época. No solo porque se casaron luego de tener a sus hijos, o porque vivían largos tiempos separados durante el cual cada uno hacía su vida, sino por el grado de independencia que tenía Salvadora, al tiempo que se le cuestionaba la incidencia ideológica que tenía sobre algunas decisiones políticas del diario.
Además, Salvadora escribía relatos, novelas y obras de teatro, donde se celebraba una imagen de la mujer alejada del paradigma social impuesto en las primeras décadas del siglo XX.
El diario Crítica formó parte de la modernidad urbana de principios del siglo pasado, con una propuesta periodística innovadora, única y desmesurada. Fue un vespertino sensacionalista, donde el arte y la literatura tenían un lugar de privilegio, y cuyo objetivo era convertirse en un diario que apostara por entrar en el alma del pueblo. En ese sentido, la audacia y creatividad de los Botana no tuvieron límites. Este libro nos acerca a quienes gestaron uno de los hitos del periodismo del siglo XX.
2. Salvadora. La dueña del diario Crítica, de Josefina Delgado. Editorial Sudamericana, 2005
Link al catálogo BCN: https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=632684&fs=32
No es una biografía común. Pero cómo podría serlo si la vida de Salvadora Onrubia se parece a una novela histórica, melodramática y sentimental. Ese recorrido retoma Josefina Delgado (escritora y fundadora de la Biblioteca de la Mujer “Alfonsina Storni”) para proponer una mirada sin condescendencias y explorar la compleja vida y personalidad de Salvadora Medina Onrubia. Sorteando los lugares comunes y sin subrayar las lecturas misóginas que la nombran como “la mujer de Botana” o “la abuela de Copi”, narra sin facilismos la construcción y funcionalidad de aparecer como el ogro de la familia, o al menos como la “descentrada” que le hizo la vida imposible a su marido y generó el suicidio de su hijo mayor –Carlos “Pitón” Natalio–, al revelarle que Botana no era su padre. Sin cronologías, con un poco de lirismo y discursos encomillados, Salvadora no ignora los hechos históricos, y mezcla documentos firmados como la incisiva carta en la que llena de insultos al temido General Uriburu, con reflexiones que parecen provenir de la propia Salvadora desde las tinieblas.
La biografía atraviesa las primeras décadas del siglo XX: por un lado, ser la compañera de Natalio Botana, y por el otro, darle cuerpo al anarquismo como militante indomable que no duda en llevar a su hijo a las refriegas de la Semana Trágica “para que se fuera enterando de lo que era la lucha social”. La alusión a las “rosas blancas” elabora los tramos de una biografía típica, y así transcurre que Salvadora nació en 1894 en La Plata, hija de una maestra, y que fue periodista, dramaturga, anarquista y feminista, que tuvo un hijo soltera y luego tres hijos más al casarse en 1915 con el director del diario Crítica.
La novela, además, constituye un recorrido por la historia de Crítica y por la vida íntima de Natalio Botana, hombre de olfato político, en cuya mansión de "Los Granados", en Don Torcuato, Siqueiros pintó su célebre mural Ejercicio plástico, mansión ecléctica por donde pasaron Lorca, Neruda, Spilimbergo, Berni y Girondo.
Salvadora, más que esposa de Botana y abuela de Copi, fue la descentrada dueña de sí misma en un mundo masculino, criticada por muchos, olvidada por otros tantos y que cobra una nueva dimensión en esta obra biográfica que, en palabras de Delgado, "se atrevió a soñar mundos mejores".
3. Las descentradas y otras piezas teatrales, de Salvadora Medina Onrubia. Biblioteca Nacional, Ediciones Colihue, 2007
Salvadora Medina Onrubia –a quien la historia oficial ha pretendido recordar como “la mujer de” Natalio Botana, director del diario Crítica– fue una verdadera heroína descentrada, imposible de definir, mucho menos de encasillar. Escritora, madre soltera, anarquista y militante, aún cerca del poder cuestionó las costumbres de la época y el rol de la mujer en la sociedad.
Dentro de su variada producción literaria –menos conocida que su vida–, ocupan un lugar importante sus piezas teatrales, de las cuales se presenta aquí una selección. Entre ellas, se destaca Las descentradas, escrita por Salvadora Medina Onrubia en 1929, que transcurre en Buenos Aires de los años 20 en el mundo de la clase alta. La figura de oveja descarriada aludida en el título reaparece en la protagonista, Elvira Ancizar, una mujer singular, distinta a su entorno, que aborrece a su marido y denuncia sus negocios turbios. La “descentrada” Elvira se manifiesta en contra de las convenciones sociales, se rebela ante los mandatos impuestos sobre las mujeres y la institución del matrimonio e intenta un amor más allá de lo establecido. La obra construye un modelo alternativo a la tradición literaria de las historias sentimentales de folletín y de las letras de tango de la época, contradiciendo el modelo de felicidad limitado al matrimonio y a la familia, y otorgándole a la mujer un lugar diferente, lejos del estereotipo. El título elegido pareciera aludir a esas mujeres que tienen el coraje de abrir las jaulas invisibles dentro de las cuales han nacido para ser quienes han sido llamadas a ser: verdaderas salvadoras del resto, dueñas de un indómito espíritu revolucionario, imposible de aplacar, por más que la historia, tantas veces, pretenda ocultar.
"Nosotras no queremos los derechos de los hombres, que se los guarden. Saber ser mujer es admirable, y nosotras solo queremos ser mujeres en toda nuestra espléndida feminidad. Las descentradas somos las que no pensamos, las que no sentimos, las que no vivimos como las demás. Las que entre gente burguesa somos ovejas negras y entre ovejas negras somos inmaculadas. Todas somos raras".
Fragmento de Las descentradas.
4. La mujer sentada, de Copi. El cuenco de plata, 2013
Raúl Damonte Botana nació en Buenos Aires en 1939. Nieto de Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia. Del modo en que lo llamaba su abuela, Copito, devino su nombre definitivo: Copi.
Atravesado por los avatares familiares, pasó su infancia y adolescencia entre Montevideo y Buenos Aires, hasta que en 1962 se radicó en París hasta su muerte en 1987. Fue en esa ciudad donde se consolidó como escritor, historietista y actor.
La historieta más conocida de Copi, La mujer sentada –dibujo que se publicó por primera vez en 1969 en la revista satírica Tía Vicenta–, fue creada en 1964 para el renovado periódico de izquierda Le Nouvel Observateur.
Tomando la base del cómic, arma una tira breve, de pocos cuadros, escasos elementos y palabras. Con trazos sintéticos dibuja una mujer enorme, sentada de perfil que, sin modificar su posición, se relaciona con personajes más pequeños: la hija, el caracol, el hombrecito de boina, el conejo, el personaje indefinido… No es fácil caracterizar a esta mujer que, en su quietud, con un tiempo ralentizado, poco desarrollo de la acción y diálogos absurdos y mínimos, va cambiando radicalmente de una tira a otra: a veces es conservadora, ajustada a la tradición, y en otras tiras pasa a la transgresión más procaz.
La actriz argentina Marilu Marini, amiga de Copi y radicada en París, quien la encarnó de manera extraordinaria, ve en la mujer sentada la personificación del sentido común más conservador.
Bonus track: Ejercicio Plástico. El mural de Siqueiros en la Argentina, de Daniel Schávelzon. Revista Contratiempo, Buenos Aires. a 11. nº 3 (primavera/verano-2011-12) p. 3-9.
En 1933 el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros llega a Buenos Aires para dar unas charlas sobre arte y política, y termina siendo contratado por Natalio Botana para realizar una obra experimental en el sótano de su mítica quinta “Los Granados” junto a Berni, Castagnino, Spilimbergo y Lazari, conocido como Ejercicio plástico. Este mural, realizado en el ámbito privado, resulta una de las obras más significativas de. América Latina. Este libro narra la historia de Siqueiros y su mujer Blanca Luz Brum –poeta itinerante por América–, cuya figura inquietante es motivo de la obra, y la relación con la pareja de los anfitriones, Botana y Salvadora Onrubia, mientras traza la historia del mural y lo comenta en sus aspectos artísticos. También reúne documentos inéditos, los diarios de Blanca Luz, fotos y la historia de una época fascinante que atraviesa el recorrido fallido del mural antes de que recalara en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada del gobierno argentino.