Poéticas del rock



Vivir es tan deslumbrante que provoca literatura. (L. A. Spinetta)


El rock es una expresión contemporánea que genera tensiones. Es masivo, comercial, pero también es rebelde, porta en su música el calor de la contracultura. Como creación individual y colectiva, el rock toca una fibra popular inspirada en un intenso mundo poético. 

En la primera entrega de Recomendaciones de libros de la BCN, nos centramos en libros relacionados con poéticas del rock, a partir de un álbum que irrumpe en 1973 en la escena musical argentina: “Artaud” de Pescado Rabioso, grupo liderado por Luis Alberto Spinetta. Se trata de un disco extraño que dio la espalda a las convenciones y que tenía una enorme ambición artística, a juzgar por el nombre del álbum referido al escritor francés de las primeras décadas del siglo XX. "Artaud" es símbolo de poesía y disrupción, de hartazgo en un tiempo de corte, de violencia y creación. Como un grito poético, “Artaud” habla de una época bisagra en la historia política y artística argentina.


1. Heliogábalo o el anarquista coronado, de Antonin Artaud

Link al catálogo BCN: https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=642719&fs=32
                       

 

Antonin Artaud ha sido un artista insondable. Poeta, ensayista, actor, dramaturgo, director, hacedor de mundos y pensamientos. Fue un artista marginal entre marginales, un incomprendido en su tiempo en la época donde brillaban las vanguardias. Entre su variada obra, escribe un ensayo histórico sobre la vida de Heliogábalo, emperador de Roma a los 14 años y asesinado a los 18. A contrapelo de las anécdotas de libertinaje que remarcan los historiadores, Artaud se instala en sus conductas sexuales sumergiéndose en la dualidad masculino/femenino y en sus actos rituales. Al sublevarse, le llega el peor de los destinos junto a su madre: “Un cuadro de matadero, un asesinato repugnante. Un final sin inscripción y sin tumba”.

Eduardo Berti, quien escribe Spinetta: crónica e iluminaciones, Editora AC, Buenos Aires, 1988 (https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=749294&fs=32), dice: “Fue tan abrumador el impacto que le produjo Heliogábalo a Spinetta que no pudo plasmarlo en una canción”. El influjo de Artaud, entonces, debió derramarse en todo el albúm. Pero una canción inspira puntualmente a Spinetta: “Starosta no es nadie y a la vez somos todos... Imaginate que Spinetta se parece bastante a Starosta... como si fuera un Spinetta exagerado que termina siendo idiota. En la canción le hablo a esa parte idiota que tengo: ‘no llores más, ya no tengas frío, / no creas que ya no hay más tinieblas’”.


A Starosta, el idiota

Bocas del aire del mar
Beban la sal de esta luz, para sí
Ya coman en la eternidad
Algo se va a ahogar
Y es este ardor
Y es esta la fiebre
Del que espera
Frente al despertar
Vámonos de aquí
No llores más
Ya no tengas frío
No creas que ya no hay más tinieblas
Tan sólo debes comprenderla
Es como la luz en primavera
Es como la luz en primavera
Altas mareas del sol…

Tiempo después, Spinetta leyó El suicidado de la sociedad, ensayo de Artaud sobre Van Gogh (https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=674005&fs=32) y Cartas a Theo (https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=508247&fs=32). Desde esas lecturas llegó Cantata de puentes amarillos. En el verso “la sangre alrededor” pudo ensamblar la sangre de la herida de la oreja de Van Gogh con la sangre de Heliogábalo.  


Cantata de puentes amarillos 
Todo camino puede andar
Todo puede andar
Con esta sangre alrededor
No sé que puedo yo mirar
La sangre ríe idiota
Como esta canción
Y ¿ante quién?
Ensucien sus manos como siempre
Relojes se pudren en sus mentes ya
Y en el mar, naufragó
Una balsa que nunca zarpó
Mar aquí, mar allá
En un momento vas a ver
Que ya es la hora de volver
Pero trayendo a casa
Todo aquel fulgor
Y ¿para quién?
Las almas repudian todo encierro
Las cruces dejaron de llover
Sube al taxi nena
Los hombres te miran
Te quieren tomar
Ojo el ramo nena
Las flores se caen
Tenés que parar
Vi la sortija,
Muriendo en el carrousel
Vi tantos monos, nidos
Platos de café
Platos de café
Guarda el hilo nena
Guarden bien tus manos
Esta libertad
Ya no poses nena
Todo eso es en vano
Como no dormir
Aunque me fuercen
Yo nunca voy a decir
Que todo tiempo por pasado fue mejor
¡mañana es mejor!
Aquellas sombras del camino azul
¿dónde están?
Yo las comparo con cipreses que vi
Solo en sueños
Y las muñecas tan sangrantes están
De llorar
Yo te amo tanto
Que no puedo despertarme sin amar
Y te amo tanto
Que no puedo despertarme sin amar
¡no! nunca la abandones, ¡no!
Puentes amarillos
Mira el pájaro
Se muere en su jaula
¡no! puentes amarillos
Se muere en su jaula
Mira el pájaro
Puentes amarillos
Hoy te amo ya
Y ya es mañana
¡mañana!


2. Martropia. Conversaciones con Spinetta
, de Juan Carlos Diez. Editorial Aguilar, 2006

Martropía. Conversaciones con Spinetta registra ordenadamente conversaciones con Luis Alberto Spinetta a lo largo de cinco años.
Martropía es “el estado de ensueño producido por la visión de puentes amarillos y el vértigo que sobreviene al cruzarlos”. En esas conversaciones pueden notarse los temas recurrentes en sus canciones: sol, andenes, esperas bajo la lluvia. “Sos distinto de lo que ocurre en tus letras, donde la naturaleza está siempre presente: luz- flor- brisa- viento”. Y sigue la voz de Spinetta: “Me interesa el crujido de la heladera, que es un ruido. Pero sobre todo me interesa si una chicharra emite algo que me trae una referencia hindú, por ejemplo”. Habla de las influencias musicales: Almendra, Piazzolla y Los Beatles, los gurúes. “La música se parece más a un animal que a un hombre”. Y también Artaud: “Dediqué su libro pero nunca tomé su obra como punto de partida… Fue una respuesta al sufrimiento que me generó su obra. Un antídoto contra lo que opinó Artaud: la locura como respuesta del hombre. Creo más en el encuentro de la perfección y la felicidad suprimiendo el dolor. Creo en el amor como toda respuesta. No podemos jugar a ser Artaud, eso significaría no haber entendido a Moris, a Lito Nebbia… Leer a Artaud no es una experiencia filosófica, sino una experiencia sensorial. Artaud es un atormentado inconcebible que escribe sobre lo indecible. Escribir el dolor, como él lo escribe, le permite seguir respirando. Inventa un mundo…”.


3.  El año de Artaud, de Sergio Pujol. Planeta, 2019


Pujol es historiador, docente y especialista en música popular y analiza el álbum Artaud de Pescado Rabioso, ubicando el contexto político, económico y social que atravesaba la Argentina en 1973, el año de edición del álbum. El autor pone a dialogar los hechos de la historia con las prácticas y representaciones de una música "progresiva" que empezaba a hacerse oír con fuerza, a menudo a espaldas del mercado y del gusto establecido. Como dice Sergio Pujol: “Artaud nos permite entender el 73 argentino desde una perspectiva diferente, pero no sé cuánto nos ayuda el 73 a entender a Artaud. La presentación en vivo del disco estuvo acompañada de un manifiesto, lo que nos advierte que Spinetta se identificaba con las vanguardias artísticas de los tiempos de Antonin Artaud, el ‘poeta maldito’ que inspiró a Luis”. 
“Es verdad que en aquellos años el rock progresivo de los grupos ingleses había abandonado las formas regulares de la música pop para adentrarse en experimentos rítmicos, armónicos y formales, pero Artaud no tiene par, y tampoco antecedentes, salvo la propia obra de Spinetta (Cristálida, de Pescado Rabioso, podría haber formado parte de Artaud, sin el arreglo orquestal). La libertad creadora aparece como la gran protagonista de esas nueve canciones. Si podemos decir que buena parte del rock argentino encarnó la imaginación utópica del 73, creo que la música de tiempo había cobrado la cultura rock en la Argentina.
Pujol cuenta que fue el contexto difícil en el que el Flaco creó el emblemático álbum lo que lo impulsó a sumergirse en el "año de Artaud". La elección del disco clamaba por la liberación que volvía a la vida en la turbulenta Argentina del 73. “En ese sentido, la división en meses fue una decisión narrativa pero también un modo de ejercitar la microhistoria, la observación de ciertos detalles de valor indicial, como diría el historiador italiano Carlo Ginzburg: el arte de tapa de un disco, una respuesta ‘política’ de un músico de rock a la prensa, las rutinas del espectáculo de aquel tiempo (por caso, los recitales del rock en los mediodías de los domingos) o las referencias a la realidad del momento en algunas canciones. Si bien apelé también a números y guarismos, el enfoque fue más bien cualitativo. Más el microscopio que el telescopio”.

Puede verse del mismo autor:  La década rebelde; los años 60 en la Argentina. Emece, 2002


4. Yo no estoy aquí. Rock, periodismo y otros naufragios, de Pipo Lernoud. Editorial Gourmet Musical, 2016


Pipo Lernoud –poeta, compositor, periodista– publica una antología personal con diarios, cartas, notas, reportajes y posteos de Facebook como un mapa de vida de un personaje fundamental en la vida del rock nacional.
Viajamos para atrás, principios de 1966, y vemos un muchacho que recorre los bares de la avenida Corrientes y reparte textos. Quienes lo reciben, se sorprenden al leer: "los intelectuales perdieron el tren (…) Desde el surrealismo, en el mundo no pasa nada capaz de conmover realmente a esos bichos anteojudos". Pipo Lernoud es ese muchacho, el protagonista de esa historia y de otras que se compilaron en este libro. Integrante de la movida contra la dictadura, fue fundador de revistas como Expreso Imaginario, La Mano y Canta Rock, formó parte del local musical nocturno llamado La Cueva, donde Tanguito compuso La Balsa, y del Instituto Di Tella. Como dice el prólogo: Yo no estoy aquíes “la guía de una generación que soltó amarras y dejó atrás los símbolos de todo aquello que la sociedad argentina bien pensante de los años sesenta consideraba 'seguro'”.


5. Cemento, el semillero del rock, de Nicolás Igarzábal. Editorial Gourmet Musical, 2015

Link al catálogo BCN: https://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.verRegistro?co=759010&fs=32


El periodista Nicolás Igarzábal escribió la biografía de Cemento, cuna de muchas bandas del rock argentino. Según el autor, “las anécdotas compiladas en el libro tienen un denominador común, la épica de la derrota. Esas situaciones insólitas, que no eran de estrellas, sino de estrellados, le dieron una identidad propia al lugar, y cierta sensación latente de que siempre podía pasar algo fuera de lo común entre esas paredes”.
Cuando se traspasaba el enorme portón negro del local de la calle Estados Unidos, uno podía chocarse literalmente con una grúa que sería utilizada para alguna sorprendente performance teatral, admirar presentaciones de danzas, o presenciar el lanzamiento de GULP!, el mítico disco debut de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Definitivamente, aquel emblema de la cultura under de los 80, y del rock de los 90, se transformó en un enorme teatro que había nacido para albergar a todos. Así, Cemento representó, sin saberlo, lo que Artaud definía como la “poesía del espacio”, donde el hecho artístico no solo ocurría en el escenario sino que se transformaba en “una terapéutica anímica, tanto para el público, como para los actores”. “Para quienes conocimos Cemento, sabemos que el espectáculo superaba ampliamente la presentación de las muchas bandas de rock que pasaron por su escenario, ya que la experiencia artística comenzaba al traspasar las puertas y se convertía en toda una vivencia sensorial, liberadora y de transgresión”. El escenario termina convirtiéndose en un lugar casi de peligro, donde cada vez ocurre algo único e irrepetible, tanto para los que representan un hecho artístico como para el público. “El espectador debe ser fascinado, encantado, purificado, por la liberación de su salvajismo interior” o como aseguraba el “poeta maldito”: “El teatro utiliza la magia, la brujería, las pulsiones primitivas.”

También puede verse: Yo toqué en Cemento; la historia por sus protagonistas, de Sebastián Duarte. Buenos Aires, Ediciones Del Pollo, 2015.



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