El cine expresa estilos variados que atrapan y sorprenden, películas que pueden proyectar luz y oscuridad con la misma intensidad. En Recomendaciones de cine presentamos películas inclasificables, de géneros mezclados, extrañas piezas que reunimos en un nuevo ciclo: Bellezas raras.
Delicatessen, Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro. 1991
Entre la ciencia ficción, el humor negro, la comedia y el suspenso, la historia se ambienta en un bloque de apartamentos postapocalíptico en Francia durante una época imprecisa. Los habitantes del edificio y sus fórmulas para alimentarse y sobrevivir, delinean personajes extraños con primeros planos aberrantes y una estética de cómic, pero con el ritmo de la cotidianeidad terminan siendo reconocibles y cercanos. Entre toques macabros y eróticos, fue una película innovadora en los años 90, que aún hoy deslumbra por las múltiples lecturas que propone, la originalidad artística, una escenografía brumosa y un expresivo empleo del color con visos de lirismo dentro de un estilo fantástico. Las actuaciones, los gags y las alusiones a la historia del cine se mantienen en un borde genial e imprevisible.
Canino, Yorgos Lanthimos. 2009
Antes de tener reconocimiento mundial por La favorita, Lanthimos realizó una película con un guión perfecto y también desconcertante por la manera en que apunta al nudo de la educación y la familia. Al estilo de The Truman Show, tres adolescentes de una familia son criados en los estrictos límites de su casa bajo una amenaza: si salen, existe un peligro de muerte. Un exterior desconocido al que no podrán enfrentar hasta que les crezcan los colmillos —símbolo de la naturaleza animal—, luego se les caigan y vuelvan a crecer. A través de una original progresión de tiempo/espacio, sugestivos encuadres y una atmósfera extraña pero muy luminosa —contraria a la idea de encierro— la historia nunca pierde la lógica que se propone, elaborando un complejo entramado que se pregunta por los bordes entre la naturaleza y la cultura que determinan nuestras creencias.
La historia del camello que llora, Byambasuren Davaa y Luigi Falorni. 2004. Filmada en el desierto de Gobi en Mongolia, es un documental sobre una familia de pastores nómades que asiste al nacimiento de unos camellos. Aunque podría parecer un documental de National Geographic —los productores suelen utilizar este estilo— la mirada que propone este documentalista se torna mucho más interesante y sensible al enfrentarnos con una alteridad —la historia, los personajes, el paisaje— y nos zambulle en su cotidianidad como en una fábula de sensaciones cercanas, rituales de contextos lejanos que se tornan propios. En un cruce de miradas delineadas delicadamente, la película llega una cercanía máxima cuando el niño y el espectador quedan boquiabiertos frente a la pantalla, en una misma escena.
Zama, Lucrecia Martel. 2017
Estrenada en 2017, resulta una película que no tiene antecedentes en la filmografía argentina. Por su monumentalidad, complejidad y riesgo, por los antecedentes de Martel, que hace mella con su obra, y por la novela de Antonio Di Benedetto escrita en 1956, que desde entonces tiene peso propio en la literatura latinoamericana. El protagonista, Diego de Zama, es un criollo desplazado en la época de la colonia que pretende tener la dignidad y el prestigio social de un español pero no logra ser ni una cosa ni la otra. En esas definiciones, Martel brinda posiciones certeras sobre el ser americano en tensión con el español en América, un juego erótico/exótico que propone con la naturaleza, encuadres obsesivos y un barroquismo que exuda cada plano, tanto en las imágenes como en el trabajo sonoro. Mientras, Zama luce contenido y espera. Entre la puntillosidad en el dominio del oficio cinematográfico y el desborde de sentidos, esta película se presenta como un ovillo lleno de puntas a ser exploradas.
BONUS: La sal de la tierra, Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado. 2014
Cuando la sensibilidad y la fotografía confluyen, es difícil contener las emociones. La sal de la Tierra es eso, una vorágine de imágenes y sentimientos a través de los ojos del fotógrafo Sebastião Salgado quien por décadas ha sido testigo con su cámara de acontecimientos que involucran a la humanidad: conflictos internacionales, hambruna, explotación, migraciones... La película enhebra la obra fotográfica como parte de un gigantesco proyecto visual, potente, en conflicto y también, dolorosamente bello.