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Ciclo: Epistolario. Manuscritos y esperas

En los viejos tiempos el correo electrónico parecía un milagro. Cuántos habrán suspirado ante una posibilidad de respuesta más rápida a esa carta escrita con ansias, desde cualquier lugar del mundo. Hoy, cuántas veces desearíamos vincularnos a través de algo material, escrito por nuestras manos desde el sentipensar, y conservarlo.

Escribir y leer una carta como posibilidad de reconocimiento en Regreso a casa, la película de Zhang Yimou. Las cartas como espera: en Nunca te vi, siempre te amé una pareja se escribe con deseo durante años. En Estación central, como posibilidad de vivir y de que una familia se reencuentre y en Las cartas a Theo como lazo con la vida del pintor a través de su hermano, la única persona que lo escuchaba y amaba.

Con estas cuatro películas y el bonus de Boquitas Pintadas queremos homenajear al epistolario en el cine y al escritor y cinéfilo apasionado Manuel Puig, a 30 años de su muerte.


Nunca te vi, siempre te amé (1987), de David Jones 

En 1949, Helene (Anne Crawford), que se presenta como “una escritora pobre”,  envía una carta desde Nueva York a la librería Mark&Co en Londres, solicitando una lista de libros con el rótulo “necesidades más apremiantes”. Frank (Anthony Hopkins), a cargo de la librería, le responde con otra carta, a la que le seguirán más de un centenar durante 20 años. Un amor a distancia en tiempos sin internet.

En 1970, se publicó ese epistolario en un libro y fue un suceso editorial. En 1987, con la producción de Mel Brooks, se adaptó al cine con una producción austera, sencillas locaciones, apenas un par de tomas exteriores y un elenco limitado para contar una historia de amor donde los dos protagonistas nunca llegan a verse, ni siquiera hablarse, y también se convierte en un éxito.


Estación central (1998), de Walter Salles

Walter Salles ubica el comienzo de la historia en la Estación Central de Río de Janeiro, un lugar donde se evidencia que, para muchas personas que por ahí pasan, saber leer y escribir es un privilegio. Allí, Dora (Fernanda Montenegro), una maestra retirada, se gana la vida escribiendo cartas dictadas por quienes no saben hacerlo. Como una médium, ella vuelca en un papel lo anhelos más disímiles: alguien que busca a un familiar, una tardía declaración de amor o lograr expresar el secreto más atormentado. Dora escucha con indiferencia y escribe esas afiebradas cartas con desdén hasta que un niño, Josué, que acaba de quedar huérfano, debe escribirle a su padre. Realizada en escenarios naturales, la película consigue hacer un retrato duro de Brasil atravesando un país inconmensurable con la misma profundidad que el espectador se adentra en los personajes.


Regreso a casa (2014), de Zhang Yimou

En el contexto de la Revolución Cultural en China, Lu Yanshi es detenido como preso político. Tras algunos años, logra escaparse de un campo de trabajo pero su esposa (Gong Li) no logra reconocerlo por la transformación física del protagonista. De esta forma, Lu Yanshi se convierte en un extraño en su propia familia y se decide a revivir la memoria de su esposa leyéndole las cartas que él mismo le mandaba. Zhang Yimou es quizá el cineasta chino de mayor repercusión en el mundo. En su obra ha adoptado una posición crítica sobre el socialismo en su país, desde que se inició a finales de los años ochenta, con películas como Sorgo rojo (1987), La linterna roja (1991) o Esposas y concubinas, donde pone en manifiesto el ambiente cuasi medieval de la China rural y destaca el papel de la mujer en la sociedad patriarcal con Gong Li protagonizando sus películas, su pareja en la vida real. Películas como Regreso a casa, y personajes como la hija de los protagonista que desea ser bailarina, evidencian lo que el propio Yimou sufrió por ser un artista en formación en tiempos de Mao. 


Cartas de Van Gogh (2017), de Dorota Kobiela y Hugh Welchman

Cartas a Theo es un libro donde, a través de las cartas escritas por el pintor Vincent Van Gogh a su hermano, puede conocerse el recorrido espiritual del artista entre la locura y la miseria. Solo en el último año de vida, además de pintar con fruición, le escribió más de 800 cartas. En base a este libro epistolar se realiza Cartas de Van Gogh, con más de 100 artistas y más de 65 mil fotogramas siguiendo las obras y el inconfundible trazo del pintor, convirtiéndola en una verdadera película pintada. La historia se centra en el hijo del cartero que se propone entregar la última carta escrita por Van Gogh, mientras recorre su vida en Arlés y las misteriosas circunstancias que provocaron su muerte.


Bonus track: a 30 años de la muerte de Manuel Puig (1932-1990).

Boquitas pintadas (1974), de Leopoldo Torre Nilsson

La segunda novela de Manuel Puig se convirtió, junto a El beso de la mujer araña, en una de sus obras más memorables. 

Las cartas de amor entre Nélida y Juan Carlos serán conservadas durante más de treinta años, enlazadas en celeste y rosa, respectivamente. Guardadas bajo llave, un día saldrán a la luz y causarán un sentimiento tan profundo como el producido con su envío. Muchos años después de su historia de amor, Nélida se entera en el diario de su pueblo que recibe por correspondencia en Buenos Aires del fallecimiento de su primer amor, Juan Carlos Etchepare. A razón de ello, comenzará a escribirse cartas con la madre de Juan Carlos.

Manuel Puig cuenta esta historia a través de cartas, informes policiales, álbumes de fotografías y canciones, entre otros recursos, sin utilizar una narración prejuiciosa y catalogadora y solo mostrando lo que sucede, lo que vuelve a los personajes entrañablemente humanos y espejo intensificador de nuestra realidad. Leopoldo Torre Nilsson (con guión de Manuel Puig) la desliza a la pantalla magistralmente con éxito inmediato en su momento. Con las actuaciones de Alfredo Alcón (Juan Carlos Etchepare), Luisina Brando, Marta Gonzalez (Nelida), Raúl Lavié y Leonor Manso.




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