En esta cuarta entrega de “Jueves de película”, recomendamos un ciclo de cine dedicado al acto de poner en movimiento la voz para diseñar paisajes en la mente.
El paciente inglés (1996), de Anthony Minghella
Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta la historia de un hombre que ha sufrido graves quemaduras al que se conoce como “el paciente inglés” (Ralph Fiennes), mientras es atendido en un monasterio italiano por Hana (Juliette Binoche), una enfermera franco-canadiense. El misterio rodea al moribundo cuya única pertenencia es un libro de Herodoto que Hana le lee. La película resulta un rompecabezas en dos tiempos paralelos de su vida, con continuos flashbacks a cuando se enamora de una mujer casada (Kristin Scott Thomas) en Egipto. Cinematográficamente es una superproducción que lleva una narración de corte épico, amor trágico y numerosos guiños a películas emblemáticas de Hollywood. Algunas escenas resultan memorables, como las del desierto africano o cuando Hana ilumina con una antorcha y descubre unos frescos de Piero della Francesca en la Basílica de San Francisco, Arezzo, en la Toscana italiana. El director inglés, Anthony Minghella, recibió el Óscar por la dirección de esta película.
Misery (1990), de Rob Reiner
Se han realizado innumerables adaptaciones de Stephen King, pero posiblemente Misery sea la más potente. Basada en la novela homónima, la película radicaliza el fanatismo que puede provocar un escritor y la lectura, las sensaciones vívidas que se desprenden de los libros y la proyección en otras vidas que se generan en los lectores cuando se cuenta una historia. El escritor de best sellers, Paul Sheldon (James Caan), quiere deshacerse de uno de sus personajes –Misery– porque lo considera un corset para su obra y la hace morir. Esta decisión decide a Annie Wilkes, una lectora fanática (Kathy Bates) a no parar hasta que Sheldon “corrija” esa decisión. La película, al ritmo del suspenso y el terror psicológico, se ha convertido en un clásico por su atmósfera claustrofóbica y la crueldad aterradora y ha llevado a la protagonista a ganar el Óscar a mejor actriz.
Mis tardes con Margueritte (La tête en friche, en su idioma original) (2010), de Jean Becker
“Leer también es escuchar” le dice Margueritte (Gisèle Casadesus) cuando comienza a leerle La peste de Albert Camus a Germain (Gérard Depardieu), un hombre casi analfabeto. Se encuentran de manera fortuita en una plaza de pueblo de Francia a mirar palomas y la afinidad entre ellos, a pesar de las diferencias, es inmediata. Margueritte ha sido una reconocida científica y su vida está marcada por la lectura, mientras que Germain ha sido estigmatizado como bruto desde la escuela. Sin obligaciones ni posturas aleccionadoras, Margueritte lo inicia en la lectura y Germain comienza a modificar su manera de relacionarse con el mundo, con su madre, novia y amigos.
Severina (2017), de Felipe Hirsch
Severina reúne el influjo de varias películas en la que puede verse particularmente a Eric Rohmer, por la apuesta narrativa y filosofal, y por el círculo que rodea al dueño de la librería, un hombre solitario (Javier Drolas) que se encuentra hechizado por una joven (Carla Quevedo) que roba libros con la misma voracidad que los lee, adquiriendo un halo fantasmal, inalcanzable. La librería del casco viejo de Montevideo es el escenario ideal, un lugar con una intensidad hipnótica que se presta para la fantasía y también para el amor obsesivo. Un aire antiguo se respira en esta película, tal vez por la intimidad que se crea con los libros o por el tiempo dedicado a la lectura que desprende la nostalgia de otra época. Realizada por un brasileño, ambientada en Montevideo con protagonistas argentinos acompañados por actores chilenos, peruanos y uruguayos, Severina se convierte en una auténtica película latinoamericana que se conjuga con nuestra amplia y particular expresión literaria.
Bonus: Serie de televisión La amiga estupenda, dirigida por Saverio Costanzo
Lina y Lenu son mejores amigas, compañeras de aventuras en la Nápoles de posguerra. Mejores alumnas en su grado, encuentran en el estudio y en la ficción su lugar en el mundo, lejos de donde les tocó vivir. Con una gran crítica al machismo imperante, a los valores de autoridad, violencia y exitismo que se vivían en esa Italia (y en la de hoy, no muy lejos) con humanismo y desde adentro, la serie basada en la tetralogía de Elena Ferrante (quien también colaboró en el guión), se disfruta desde el primer capítulo. Reconocida en todos los ámbitos literarios y cinematográficos de Europa y Estados Unidos, en América Latina el fenómeno Ferrante está llegando